Al ver esta película me da la sensación de que Wenders no tenía ni puñetera idea de qué hacer en su siguiente film. Y dijo: Qué coño, voy a hacer como Federico (Fellini), voy a hacer un 8 y 1/2. Amo el cine, ¿no? pues voy a dedicarle la película al Séptimo Arte. También voy a invitar a una reflexión sobre cuál es su objetivo. Como me apasiona la música pondré a un grupo portugués. Haré algunos homenajes a films como "La ventana indiscreta" o "El tercer hombre”. Y me iré a Lisboa y filmaré la parte más desfavorecida. Meteré algún homenaje del cine mudo y contaré con la presencia de un director que se sume a teorizar sobre cine, Manoel de Oliveira. A positivar.

A mí, personalmente, no me vale.

Me aburro, me aburro muchísimo. Como dice Bloomsday, ¿cómo va a hacer llegar un mensaje sobre el verdadero significado de cine si no se nos pone en práctica? Yo, que soy un poco zoquete, cuando me explican algo no me basta con la teoría, necesito ejemplos. ¿Dónde está aquí el ejemplo? En ninguna parte, sólo hay teoría y teoría, pero teoría en imágenes, eso sí. Estoy de acuerdo con Bloomsday en su opinión de que el entretenimiento no es el fin que busca el cine, pero para mí desde luego es indispensable. No concibo la idea de aguantar dos horas de imágenes en las que me aburro, necesito interesarme, y aquí sólo me intereso puntualmente.

Esta es la primera que veo de Wenders, curiosamente de las más desconocidas, el caso es ir a contracorriente, y creo que este tío sabe lo que es el cine y es palpable el amor que siente por él. Muy entrañable el personaje magistralmente interpretado por Rüdiger Vogler que lleva sobre sus hombros gran parte del film. Pero prefiero que se me cuente una historia, algo que me haga vibrar porque la teoría para mí es eso, teoría. La teoría se tiene que poner en práctica, es sólo un trámite para llegar a algo, y ese algo aquí no está.