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Voto de GVD:
7
7,2
20.160
Drama
Rumanía, 1987: el país se encuentra bajo el férreo régimen comunista de Ceaușescu. Otilia y Gabita son estudiantes y comparten habitación en una residencia. Gabita está embarazada, pero no quiere tenerlo. Las jóvenes acuerdan un encuentro con un tal Mr. Bebe para que le practique un aborto ilegal en la habitación de un hotel. (FILMAFFINITY)
8 de febrero de 2008
93 de 106 usuarios han encontrado esta crítica útil
No recuerdo ahora mismo ninguna película sobre dictaduras en las que en ningún momento se mencione que hay una dictadura, esta película no sólo lo evita sino que lo relega a un segundo plano, dándole un carácter universal. Tampoco logro recordar alguna película que trate el tema del aborto y no pretenda provocar lágrimas. Aquí las lágrimas se paralizan por el terror y la impotencia que destilan sus perturbadoras imágenes.
Con un guión sencillísimo, Mingiu monta una terrible crónica sobre la opresión y el miedo que esta implica, haciendo elipsis de fáciles detalles escabrosos, y no cortándose en mostrar otros. Ignoro dónde radica la frontera entre qué es más correcto, si mostrar o sugerir, pero desde luego, Mingiu la sortea con una precisión pasmosa, ya que el efecto no puede ser más aterrador.
Sin embargo, al contrario que todas las películas de dictaduras, aquí no se pretende relatar lo mal que lo pasaban los habitantes del país afectado, sino que lo que pretende es que hagas tuya su opresión, su miedo, su dolor. Y conmigo lo consigue de sobra. Pero lo que creo que de verdad hace que estas terribles sensaciones las sintamos en nuestras carnes (aparte de una más que notable habilidad de Mingiu para transmitir éstas) es hacer protagonista no a la que tiene el peligro en la chepa, sino a la que le pilla en segundo plano. Es decir, en cierto modo, el personaje más cercano a la condición del espectador.
Ahora bien, esa tensión, que para mí es su mayor baza, aparece claramente desdibujada debido a la intensiva, y a veces más autocomplaciente que efectiva, descripción de ambientes y de sentimientos a través de planos larguísimos, dejándome fuera las más de las veces. Bien es verdad que aparecen pequeños detalles que mantienen vivo el suspense, así como muchos de estos planos, que consiguen transmitirme esa desolación a la que están sometidos los personajes, pero no logran evitar que el conjunto se me haga un tanto frío.
(Al spoiler, no cuento nada)
Con un guión sencillísimo, Mingiu monta una terrible crónica sobre la opresión y el miedo que esta implica, haciendo elipsis de fáciles detalles escabrosos, y no cortándose en mostrar otros. Ignoro dónde radica la frontera entre qué es más correcto, si mostrar o sugerir, pero desde luego, Mingiu la sortea con una precisión pasmosa, ya que el efecto no puede ser más aterrador.
Sin embargo, al contrario que todas las películas de dictaduras, aquí no se pretende relatar lo mal que lo pasaban los habitantes del país afectado, sino que lo que pretende es que hagas tuya su opresión, su miedo, su dolor. Y conmigo lo consigue de sobra. Pero lo que creo que de verdad hace que estas terribles sensaciones las sintamos en nuestras carnes (aparte de una más que notable habilidad de Mingiu para transmitir éstas) es hacer protagonista no a la que tiene el peligro en la chepa, sino a la que le pilla en segundo plano. Es decir, en cierto modo, el personaje más cercano a la condición del espectador.
Ahora bien, esa tensión, que para mí es su mayor baza, aparece claramente desdibujada debido a la intensiva, y a veces más autocomplaciente que efectiva, descripción de ambientes y de sentimientos a través de planos larguísimos, dejándome fuera las más de las veces. Bien es verdad que aparecen pequeños detalles que mantienen vivo el suspense, así como muchos de estos planos, que consiguen transmitirme esa desolación a la que están sometidos los personajes, pero no logran evitar que el conjunto se me haga un tanto frío.
(Al spoiler, no cuento nada)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Con todo, es admirable que un director primerizo logre mostrarnos cómo el miedo puede hacerse el protagonista de nuestro día a día, al estar impuesto por unos cuantos imbéciles que mantienen entre la espada y la pared a todo aquel que logre moverse un milímetro de su ideal de sociedad establecido. La espada: un aborto considerado asesinato, lo cual puede llevar a la cárcel y privar aún más de una libertad ya maltrecha; la pared: dar la vida a la criatura y condenar la propia a la miseria. La única solución posible es la clandestinidad, lo que nos lleva por los lúcidos y terribles derroteros de esta película.
El desarrollo de la película aparece totalmente marcado por la presencia de desconfiar de todo lo que se mueva, de llevar a los personajes a un auténtico viaje hacia el pánico y la desesperanza, del miedo, en definitiva. Y para mitigar este terror y peligro y conseguir la supervivencia, la solución más práctica pero de una rabiosa impotencia, reside en callar. El miedo y el peligro seguirán latentes, pero por lo menos se espantará a esta bestia durante un tiempo. Sí, mejor callar.
El desarrollo de la película aparece totalmente marcado por la presencia de desconfiar de todo lo que se mueva, de llevar a los personajes a un auténtico viaje hacia el pánico y la desesperanza, del miedo, en definitiva. Y para mitigar este terror y peligro y conseguir la supervivencia, la solución más práctica pero de una rabiosa impotencia, reside en callar. El miedo y el peligro seguirán latentes, pero por lo menos se espantará a esta bestia durante un tiempo. Sí, mejor callar.