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España España · Complutum
Voto de Pableras:
7
Aventuras. Comedia T. S. Spivet, un niño de diez años, vive en una granja de Montana (Estados Unidos) con su madre, una mujer obsesionada por los escarabajos, su padre y su hermana, que aspira a ser Miss América. Spivet ha ido desarrollando un talento innato para la cartografía y los inventos. Un día, recibe la noticia de que el museo Smithsonian le ha concedido el prestigioso Premio Baird por la invención de la máquina del movimiento perpetuo. Lo invitan ... [+]
7 de julio de 2014
29 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jean-Pierre Jeunet, quien deslumbrara al mundo con 'Amelie' (2001), no ha vuelto a recuperar el brillo, la magia y la poesía que impregnaban su singular e inolvidable fábula. Podría advertirse incluso que su filmografía desde hace ya 13 años ha sido una búsqueda personal de ese genio arrebatado no del todo fructífera, un viaje largo y azaroso por abrazar de nuevo la fórmula del éxito que se le viene resistiendo desde entonces, siempre caminando en un desequilibrio constante entre unas virtuosas formas esclavas de historias con menos enjundia de la pretendida. Quizá el techo está (para mucha gente) tan alto, que su mejor obra (para casi todos) posiblemente juegue siempre en su contra. Se alegrarán sus fans al comprobar en 'El extraordinario viaje de T.S. Spivet' (2013), apañada traducción de un título original más largo y jugoso, cómo ha virado ligeramente hacia sus orígenes para recuperar algo de su músculo narrativo, dando más corazón a su precioso envoltorio.

La nueva película de Jeunet vuelve a girar sobre una persona única y extraordinaria, en este caso un niño prodigio realmente genial (el debutante y empático, pese a todo, Kyle Catlett) que emprenderá un largo viaje para recoger un prestigioso premio científico que le han concedido. En ese viaje de oeste a este (brújula narrativa del cuento), auténtica partida y regreso de una vida y un mundo que no volverán a ser los mismos, el director francés plantea una visión del mundo que es ya marca de la casa, cuya candidez quizá provoque rechazo o indiferencia en ciertas personas pero que es, seguramente, una ventana abierta a un modo de ver las cosas diferente y singular, capaz de lograr tanto un buen puñado de (son)risas como reflexión.

Presenta una forma de entender la vida como un continuo descubrimiento y, como la máquina que construye el protagonista, una lucha por el movimiento perpetuo, por sobrevivir a las circunstancias y sortear las piedras del camino (la pérdida, la culpa, la necesidad de cariño) y, a pesar de los pesares, seguir hacia delante. Muestra de ello da la preciosa escena/metáfora de las luciérnagas, el único momento que arrancó al que esto escribe una emoción incontenible. Comparte, salvando las distancias, el mismo mensaje que la excelente 'Sólo los amantes sobreviven' (2013) acerca de vivir el momento y seguir hacia adelante sea como sea, aunque la inundación de alegría por estar vivo sea más explícita en ésta. Todo ello bañado en una preciosa fotografía típica del cine de Jeunet (justamente galardonada con el César) y acompasada por una música muy bonita y por un humor puro y muy efectivo.

Hubo gente que advirtió la repetición de estilo de Wes Anderson, entendida ésta como una reiteración innecesaria y petulante devenida en marca más industrial que otra cosa, en la maravillosa 'El gran hotel Budapest' (2014). Esas voces disonantes alzarán el mismo discurso de protesta ante la nueva cinta del director francés, pues tan gozosa y bonita es en su contemplación como plausible el hecho de que es un más de lo mismo, delicioso y brillante, sí, pero repetitivo. Razón quizá no les falte, pues ya no sorprende, aunque ojalá se repitieran más las buenas costumbres (visuales, o cualesquiera) que el mero trabajo mecánico, impersonal o no parido desde las entrañas. Sólo existe un desvío estético en su carrera ('Alien Resurrection' -1997-), y aún así nunca dejó atrás su barroquismo visual (ni, tampoco, a su adorado y adorable Dominique Pinon, aquí presente en un simpático cameo).

El tramo final está demasiado alargado, con una sucesión de clímax que resultan un poco forzados y que son apuntalados por llanos simbolismos, pero todo ello nos conduce a un hermoso final, tan obvio como digno de ser guardado en la memoria, que compensa cualquier peaje pagado durante el recorrido. Azúcar por doquier marca Jeunet, sí, pero muy nutritivo, en una fábula bucólica quizá más pensada que sentida, pero apreciable y muy emocionante para corazones sensibles y almas aventureras.

http://www.asgeeks.es/movies/critica-de-el-extraordinario-viaje-de-t-s-spivet-azucar-jeunet/
Pableras
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