Paprika Steen, tras once años desde su última película nos sorprende con un planteamiento que raya la maestría. Ya antes de la primera imagen nos ha puesto en situación perfectamente. Las primeras escenas sólo acentúan aun más lo acertado de la introducción. La bomba ha sido muy bien perfilada y definida. Aún no sabemos cómo estallará, pero sí nos anuncian quién será la persona que lo haga. Alguien que, curiosamente en una reunión familiar, casi nadie espera.

¿El canon hitchcockiano del suspense para una película sobre una cena familiar de Navidad? ¿A alguien se le ocurre algo más apropiado?

¿Comedia? Nunca la definiría así. Tragedia cotidiana si queremos suavizar el drama de las reuniones navideñas, tal vez.

El nudo no decepciona. Mientras esperamos la gran bomba, hay disparos cruzados, fuego de mortero amigo y enemigo, metralla perdida, francotiradores sin mucha puntería, desactivadores de explosivos, bombas de racimo y todo lo que se pueda uno imaginar en una batalla multibanda.

Con el final habrá reparto de opiniones. Pues eso, como con la Navidad.

Qué lejos estoy de la crítica de Dennis Harvey. Si los daneses son tan distintos de nosotros, en esta historia no se nota. Es lo que tiene la condición humana… algunos siglos más que la globalización.