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Voto de Melón tajá en mano:
9
2011
7,7
1.073
Documental
Al nacer su cuarto hijo, Emad, un agricultor palestino compra su primera cámara de vídeo. Poco a poco y en paralelo al crecimiento de su hijo empieza a grabar los actos de resistencia pacífica de los habitantes de su pueblo, Bil'in, frente al avance de los colonos israelíes y la construcción de un muro de separación entre las urbanizaciones. Durante más de cinco años, Emad graba este conflicto en el que dos de sus mejores amigos lideran ... [+]
22 de noviembre de 2012
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película, dirigida a medias entre el documentalista Guy Davidi y el cámara Emad Burnat (que además ejerce de conductor principal del relato), posee virtudes impagables tales como una crudeza indiscutible, una necesidad vital indispensable y un in crescendo emocional aplastante. El ser vulnerable se convierte en absoluto protagonista de forma involuntaria.
La realidad es fascinante y Burnat nos empuja a mirarla de tú a tú. A no quitarle ojo. Sin parpadear. Sin censura. Sin kilómetros de por medio. La temperatura narrativa es cálida y produce hipnosis inmediata. La verdad es desgarradora y magnética: por eso cada vez que el contexto reclama el auxilio del foco, todas las cámaras presentes son necesarias pero insuficientes.
Los conflictos pueden ser analizados o juzgados, pero Davidi y Burnat hacen de parte y no de jueces. Ahí radica el mayor acierto de un relato emotivamente descomunal que no necesita excusas y que esconde parte de su originalidad en la construcción de la estructura. Documentales como ‘5 broken cameras’ nunca se verán en TV ni grandes salas, y eso nos provoca tanto daño intelectual como cualquier otro muro levantado.
La realidad es fascinante y Burnat nos empuja a mirarla de tú a tú. A no quitarle ojo. Sin parpadear. Sin censura. Sin kilómetros de por medio. La temperatura narrativa es cálida y produce hipnosis inmediata. La verdad es desgarradora y magnética: por eso cada vez que el contexto reclama el auxilio del foco, todas las cámaras presentes son necesarias pero insuficientes.
Los conflictos pueden ser analizados o juzgados, pero Davidi y Burnat hacen de parte y no de jueces. Ahí radica el mayor acierto de un relato emotivamente descomunal que no necesita excusas y que esconde parte de su originalidad en la construcción de la estructura. Documentales como ‘5 broken cameras’ nunca se verán en TV ni grandes salas, y eso nos provoca tanto daño intelectual como cualquier otro muro levantado.