¡Ay de aquellos 80! Cuando sin grandes efectos de ordenador se podía escribir un guión y tener una peli de acción y de suspense digna de pasarte una tarde del domingo sentado en sofá con tu compañía, y donde había actores buenos que sin llegar a ser nunca muy conocidos hacían su trabajo mucho mejor que los actuales con tanto bombo y platillo, tantos seguidores en las redes y demás ridiculeces.

Brad Rijn, quien tan solo tiene cinco películas en su filmografía, hace de asesino letal que no sabe liquidar o no a un niño testigo ocular de uno de sus asesinatos porque se ha enamorado de su madre.
Acosado por las mafias, la película tendrá como objetivo la seguridad del niño, pero libre por primera vez y siendo el único libreto de Hollywood donde ocurre esto, del típico policía o héroe que busca para matar a palos al malo malísimo se prescinde(y conste que no critico este modelo, de hecho me encanta y daría la paga de tres meses para que Hollywood volviera e este formato en vez de tantas series y películas sobre un hipotético mañana, brujas, superhéroes y magos).
Tiene esta película un toque espeluznante en aquellas escenas entre Anne Carlisle y Rijn con su hijo, que por el suspense, no sabrás que acabará pasando. Rodada con formato de mala calidad, el contexto es muy importante, como la reveindicación de los gays y el feminismo más recalcitrante.
El actor niño está muy bien rodado, las dudas y los miedos surgen a medida que la vas viendo.