Tenemos una película de espionaje que está escrita, rodada y dirigida de manera artesana, cutre y sin alardes de tecnología punta ni sofisticación de ninguna clase.
Un disidente de la antigua Alemania del este (Martin Sheen), es enviado por la CIA a su país natal, para robar secretamente una pieza de ordenador llamado “Enigma”.
Amigos lectores de esta crítica, el guión de esta cinta es un poco enrevesado, liante y confuso, pero en general la película esta bien interpretada, se sigue con moderado interés y a medida que avanza el metraje, la intriga crece y la cinta no aburre.
Recomendación: No es ninguna maravilla, pero cumple dignamente como entretenimiento de 2 horas perdidas.