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Voto de Moonface:
2
Terror. Fantástico Un grupo de personas se reúnen para pasar un fin de semana en una gran mansión propiedad de un doctor que también utiliza el lugar como Balneario para sus invitados. En realidad este grupo de personas no están ahí por casualidad todas han sido invitadas mediante una misteriosa carta anónima que desvela sus turbias vidas, lo que provoca que todos sospechen de todos. Pronto empezaran a morir uno tras otros de forma misteriosa por los ... [+]
26 de octubre de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡¡¿Qué milagro convertido en película acaban de presenciar mis ojos?!!
Cuenta la leyenda que la palabra inenarrable tiene sus orígenes simultáneos a los del fin del rodaje de "Patrick vive todavía". Y de tal manera es como lo siento yo en este preciso instante, algo comparable a un mal efecto secundario.

Justo es reconocer que he soltado un par de estruendosas carcajadas a la par que me he sentido culpable por ello. La he seguido ojiplático desde la primera ocasión en que esas pupilas sobre fondo verde han flotado por los pasillos de esa mansión, que no era la de Playboy pero quién osaría a negarlo.

Si alguien me confiara la existencia de una película gore a la par que erótica le espetaría que eso es imposible, que son dos géneros que no maridan ni por asomo. Y ahora soy yo, pobre de mí, quién puede dar buena fé de ello.

Podría apuntar infinidad de spoilers y me perdería en esa misión, sin embargo, creo que lo indicado es que ustedes mismos experimenten este viaje al reino del subproducto hecho celuloide. Si acaso se atreven, después no me echen nada en cara. Ya se lo advertí.

Esto es como si al prolífico reality del chalet en la serranía y las cámaras hasta en la sopa le añadiéramos gore al por mayor, machirulos de bigote robusto bien rancios y macarras como no podían ser de otra manera y... las estrellas de la función... tipejas completamente despelotadas a cada minuto. Alguna de ellas, a modo de aperitivo de lo que vendrá después, lo logra incluso con su minúscula lencería. Increíble pero verídico.
Las peleas de ellos con ellas copan buena parte del primer tramo. Hasta dos de ellas, en pelota picada, llegan a las manos -y caen por los suelos- gritándole una a la otra: "Sí, he sido puta" mientras tiene lugar un almuerzo que resulta de todo menos armonioso.
Y llega el gore en la segunda mitad, desaforado y desagradable, sustentado en vísceras de pollo, gato o mejor no saber qué, a modo de guinda a una obra maestra de lo bizarro y la astracanada, para una recta final equiparable en lo épico a la final de Champions League que le remontó el Manchester United al Bayern München.
Sangre para donar a diez batallones. Todo se va definitivamente de las manos. No en vano es una magna joya de la inmundicia.

Los efectos especiales son de obra teatral de primaria. Más allá de la temática telequinésica, las puertas se abren sorpresivamente dando toda la impresión que alguien oculto ha tirado de algún hilo. Una de las protagonistas es la enemiga pública de los vasos de cristal. No se le resiste ninguno a su alrededor.

Los diálogos y actuaciones son de vergüenza ajena. La música, en justicia debo llamarlo ruido, es el archiconocido sonido sideral de peli de los años 50, tan desfasada y psicotrónica como el resto del conjunto.
La cara del Patrick spaghetti es todo un poema. A diferencia de la original, aquí no está sólo, hay otros a su lado que se contorsionan como si estuvieran en pleno síndrome de abstinencia. Aportan a la trama la misma relevancia que el pedo de un mosquito.

El "Patrick" australiano no era nada del otro jueves pero siempre puede venir alguien que te supere, y no siempre para mejor.

Ideal para vivirla, puestos a tono, entre amigotes que gusten del terror casposo. Eso sí, se puede vomitar con ella, bien de la risa bien del asco.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Moonface
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