“El martillo de los Dioses”, igual podía haberse titulado “el martillo de Modorra” es un film de acción y aventuras, tan tremendo y adictivo, que causa somnolencia crónica en todo el que la ve.

Después de un comienzo arrollador, al estilo comic (o era cómico, ahora no recuerdo), donde los personajes son presentados en batalla sangrienta con sus nombres vikingos, en una lucha tan descuartizada e inconmensurable qué pasará a los anales del cine como uno de los mejores comienzos de todos los tiempos (todo el párrafo está basado en la ironía por si hay dudas), continua con la historia de un joven principe vikingo en su peregrinaje en busca de su hermano para que comande al ejercito vikingo contra los sajones ante la cercana muerte de su padre.

El desarrollo es tremendo, donde la aventura da tantos giros argumentales (sigo con la ironía) como un encefalograma plano, acompañado de acción, mucha acción con luchas tremendas de espada y martillos (en la forja de Toledo los he visto dar mejores golpes), para acabar con un final tan sorprendente, qué a día de hoy jamás nadie hubiera imaginado (pensar en vikingos y venganza y seguramente que no lo sacaréis en vida – ironía-).

Otro punto positivo, es la fotografía – esto ya no es ironía – planos generales tremendos, llenos de hermosura y atractivo, enfocados en una atmosfera sombría y oscura, y qué realmente se han desaprovechado para una historia mediocre.

En fin, no la recomiendo, no la veáis, porqué acabareis durmiéndoos como me pasó a mí, aunque al final la he podido ver, pero a tirones y ratos sueltos, ya que me intrigaba ver el porqué del título, y por desgracia sigo sin enterarme o por lo menos no lo he pillado.