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Voto de Kyrios:
8
Drama Pirosmani es un pintor naif, que vivió hasta poco después de la revolución rusa. En vida no obtuvo ningún reconocimiento y sí algunas amargas decepciones y burlas; actualmente es un pintor primitivo conocido en todo el mundo. (FILMAFFINITY)
4 de abril de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pirosmani (1969) se trata de un biopic muy particular de una figura que en España, así como en media Europa es prácticamente desconocida. Se trata de Niko Pirosmanashvili (apellido que se acostumbra a simplificar como Pirosmani) (1862-1918), un pintor georgiano que con el tiempo y a pesar de que existen muy pocos datos certeros sobre él, se ha convertido en una auténtica leyenda. La película, dirigida por Giorgi Shengelaya, director soviético de origen también georgiano, consiguió el premio Hugo de oro en el festival de Chicago del año 1974.

La película no sigue la tradicional narrativa a la que nos tienen acostumbrados la mayoría de biopics, afortunadamente. Más que una obra lineal, que nos cuenta de manera cronológica los acontecimientos de la vida del pintor, estamos ante una obra que combina de manera muy inteligente algunos de los momentos más característicos del pintor, y otros que precisamente nos presentan la búsqueda de este mismo, llevada a cabo por otros dos artistas. Estos dos artistas en parte representan al propio espectador, e incluso a la historiografía, que se encontró con un vacío documental a la hora de echar la vista atrás y tratar de recomponer las piezas biográficas de Pirosmani.

Así, la película consigue transmitir precisamente ese trasiego que existe sobre la incógnita real del pintor. Este aparece definido con lo poco que sabemos realmente de él. En la película podemos ver sus fracasos como comerciante (en el guion de la película aparece reflejada su bondad al regalar sus productos ante los pobres, aunque seguramente fuera por su incapacidad o desgana de comerciante), su carácter inestable (casi un tópico de los pintores bohemios en aquellos momentos en Europa) y sus problemas existenciales.

Otro de los grandes aciertos de la película es la puesta en escena. La manera en como dirige Shengelaya es brillante, y eso que no recurre a grandes trucos o a una falsa pretenciosidad. La cámara en muchas ocasiones realiza movimientos lentos, pero es muy capciosa captando detalles de composición. La película entera es en realidad un cuadro, que fusiona dos elementos: Por una parte, la propia obra de Pirosmani, no solo con alusiones directas a sus cuadros (que aparecen en pantalla), sino también con su personalidad y por otro lado, la propia definición de la vida rural de Georgia, que es el contexto de la película.

También se presta muchísima atención al detalle en segundo plano. La película juega constantemente a ofrecer planos lo suficientemente abiertos para que los detalles que aparecen en segundo plano tengan también su importancia, y es mediante el enriquecimiento de estos que la película se va acrecentando. Podemos citar algunos recursos en este sentido, como son las propias puertas y ventanas en las que se recortan algunas escenas (una alusión al propio cuadro pictórico), o los personajes que se disponen de manera muy pensada de antemano en el cuadro escénico. 

La película ya recibió en su momento una buena acogida, especialmente dentro del campo fotográfico, por captar una paleta de colores que estaba muy cercana a la propia obra pictórica de Pirosmani. Se añade a la fotografía una gran utilización de escenarios y vestuarios, que dotan a la película de una gran energía realista. Se transluce, y esto era seguramente lo más difícil de la película, el carácter del pueblo georgiano. Los paisajes, la descripción del ambiente rural, los atuendos tan particulares...es una inmersión que se disfruta incluso para aquellos que desconozcan la rica cultura del país. 

La película tiene como protagonista principal a Avtandil Varazi, que en realidad no era actor profesional, sino que también fue pintor (relacionado con el movimiento del Pop art). El actor sabe presentar al espectador un personaje entrañable, que a pesar de no poder conectar con la sociedad, despierta nuestra más total simpatía. Acompañado tiene a un buen reparto, que sirve como telón de fondo para el desarrollo de la trama. 

Conclusión

La película es seguramente una de las mejores en el campo del biopic. Apuesta por una estructura poco convencional, que no tiene que ver con obras coetáneas que se realizaban en aquella época en Hollywood. Además, retrata de manera muy hermosa la vida de un pintor ignorado por media Europa como es Nikola Pirosmani.

Crítica escrita para https://cinemagavia.es/
Kyrios
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