Realité es una mágica pieza de la búsqueda de una visión científica del guión. El tono esta tan bien construido que da libertad para explayarse con el verosímil y que se extienda a limites morales imprevistos. La película está construída como una sátira donde a partir de una reflexión del lenguaje cinematográfico (desde las tramas y lo metalingüístico), tu cerebro se convierte en un laberinto de conjeturas sobre conexiones de planos (superiores/inferiores) de "posibles realidades". El guiño que le hace al mundo de los sueños con sus leyes
físicas cuando no puede ir a buscar el premio es simplemente majestuoso (quizás un posible superobjetivo). Quentin Dupieux es como un Godard pero del lenguaje del guion. Sabe tanto de ese arte, que lo enrolla, lo da vueltas, lo trae, lo junta, lo sublimina, lo envuelve. El guion es una cinta de moebius con todas sus cualidades:
infinita, transversal, ecléctica. A su vez, Dupieux mantiene una altivez en la composición de planos
y un formato clásico en cuanto a lo estructural del guión, que hacen desfallecer al espectador.