Arábia es una película peculiar, no solo por ser dirigida por dos directores, uno debutante (Dumans) y el otro con un par de películas previas (Uchoa), sino por ser una historia que despliega dentro de si otra, que narra las desventuras de un personaje que refleja el sentir de toda una clase social.

La historia inicia siguiendo a un joven de nombre André, quien vive en una zona industrial de Ouro Preto en el sur de Brasil, el se encarga de cuidar a su hermano más pequeño ante la ausencia de su madre por motivos de trabajo.

Un día, André debe buscar ropa de Cristiano, un trabajador que ha sido ingresado al hospital, pero además de la ropa se encuentra con un cuaderno que hace las veces del diario personal de Cristiano, André comienza a leerlo para descubrir y recorrer durante varios años de historias y anécdotas.

Así, lo que vemos en la pantalla muta de una historia de un joven sencillo y curioso a la de un trabajador y sus compañeros, todos personajes que comparten sus experiencias y vivencias en un formato si bien no novedoso, reúne de algunas notas de originalidad.

La película se inmersa en un cambio de registro inesperado y con ello se abre a nuevas posibilidades donde entran temáticas como el desencanto social y la rutina laboral a través de las historias que Cristiano relata en su cuaderno, donde se justifica el título de la película según una de las anécdotas, en un relato que condensa el reflejo de toda una sociedad.

Así, la película de Dumans y Uchoa se atreve a explorar a partir de esas andanzas registradas en un diario ajeno historias que habitan en los límites de la realidad y la ficción, llenas de humanidad, narradas con sensibilidad y una lenta cadencia que permite involucrar al espectador en ese territorio que parece ajeno y que quizá no lo sea tanto.

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