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Polonia Polonia · Suena Wagner y tengo ganas de invadir
Voto de Normelvis Bates:
7
Drama. Intriga. Romance. Thriller. Cine negro Celia, una rica heredera, conoce a Mark, un hombre atractivo y misterioso. Se enamoran y pocos días después se casan. A medida que Celia va conociendo la vida de su marido, empieza a sospechar que oculta secretos que ella ni siquiera puede imaginar. (FILMAFFINITY)
14 de octubre de 2010
31 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los sueños de Celia hay narcisos, claveles y lilas, y ella sospecha, tal vez no sin razón, que entre los pétalos de esas flores está escrito su destino: peligro, sangre y muerte. Celia es rica y hermosa y nada le sería más fácil que huir de sus propias premoniciones, casarse con el joven apuesto y atento que la ronda, vivir sin preocupaciones por el resto de sus días. A la hora de buscar marido, Celia se fijará, sin embargo, en quien podría hacer realidad sus peores pesadillas: un hombre tan atractivo como inestable, de pasado incierto y mirada brumosa, que no colecciona precisamente llaveros o latas de cerveza, sino secretos y mentiras y habitaciones enteras que recrean, con todo lujo de detalles, el escenario del crimen de antiguos asesinatos conyugales. Siete estancias y siete puertas. Y sólo seis están abiertas.

Al hablar de esta película, como en tantos otros casos, habría que empezar definiendo qué se entiende por “obra menor”. Esta lo es, desde luego, y no porque sea mediocre o impersonal en exceso o, ni mucho menos, indigna de su autor, sino por la gran altura de la mayor parte de los trabajos que Lang realizó en aquellos años. Comparada con algunas de esas obras, “Secreto tras la puerta” es más bien poquita cosa, para qué engañarnos. Analizada individualmente, sin embargo, no es difícil ver en ella indudables destellos del inmenso talento de quien la firma.

La mayor parte de sus carencias derivan, de hecho, no de un supuesto desfallecimiento de la indudable destreza de Lang sino de su argumento, plano y convencional y excesivamente apegado a las modas y clichés del cine de su época, en especial de algunos de los grandes éxitos de Hitchcock, algunas de cuyas tramas mezcla y recrea de modo algo deslabazado y sin mucha convicción, cosa nada rara siendo éste un mero trabajo de encargo. Ahí tenemos, como en “Rebeca”, a una inocente joven que se casa y entra a vivir en una suntuosa mansión con misterio y extraños moradores incluidos, en compañía de un marido que, como en “Sospecha”, trama tal vez asesinarla y que es, a su vez, víctima de un antiguo y doloroso trauma interior en cuya resolución, como en “Recuerda”, tendrá capital importancia la aplicación providencial del psiconálisis freudiano.

Pero ahí está Lang, sobreponiéndose a una historia, en muchos aspectos, incluido su desenlace, simplona, pueril y anodina, punteándola con escenas memorables y dotadas de una atmósfera irreal, onírica y fantasmagórica, dosificando la intriga en un sabio y asfixiante crescendo, jugueteando con la voz narrativa para sobresalto del espectador, hurgando con sutileza en la personalidad esquiva y tortuosa de la propia Celia, esa “Bella Durmiente que quiere despertar”, una mujer sin apenas experiencias vitales que parece, a menudo, correr voluntariamente hacia la autodestrucción, como si quisiera, en el fondo, darles la razón a sus sueños y encontrar la muerte tras abrir la última puerta que la separa de ella. Y morir y despertar al mismo tiempo.
Normelvis Bates
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