Sí, estamos ante el salto cualitativo que los admiradores de Kelsey Grammer estábamos esperando. No es fácil pasar página para un actor vinculado a la comedia y a un –gran- personaje durante más de 20 años y seguir con su carrera como si nada hubiera ocurrido. En efecto, Grammer había estado dando tumbos en diferentes trabajos insustanciales tras su éxito dando vida al Dr. Frasier Crane.
Pero BOSS lo cambia todo. No sólo por el cambio de registro, sino por el salto de calidad que supone llevar el peso de una serie dramática de más de 50 minutos de duración por episodio y de una impecable factura técnica. Y además, hacerlo de forma brillante (esto es, que el espectador ya no ve a Frasier, sino a Tom Kane, el alcalde de Chicago).
La serie recuerda mucho a ‘The Wire’ por su realismo y por no ahondar en los detalles dramáticos irrelevantes que rodean a los personajes. Este nuevo drama bebe también de ‘El Ala Oeste de la Casa Blanca’, por su evidente contenido político.
BOSS narra el día a día del alcalde de Chicago, un hombre entregado al poder que ha dejado de lado su humanidad y su vida familiar para gobernar “la ciudad del viento” con firmeza. Todo ese orden se tambalea cuando a Kane le diagnostican una enfermedad degenerativa incurable, que sólo él y su médico conocen. La noticia le vuelve vulnerable ante los votantes, sus asesores y su familia, entre las que se encuentran su esposa (Connie Nielsen) y su hija (Hannah Ware), con las que apenas mantiene relación más allá de las apariencias forzadas.
spoiler:
Ver a Kelsey Grammer llorar en soledad, o amenazar en su despacho a un adversario político al más puro estilo Al Capone (grandísima escena) son algunas de las perlas que depara el primer episodio de lo que promete ser una gran serie dramática.