A esta serie le cortaron las alas cuando estaba cogiendo carrerilla y dispuesta a despegar el vuelo. No es más que una sitcom entretenida y divertida, sin pretensiones, absurda y con un toque surrealista. No tiene la agudeza de Frasier (ninguna otra comedia la tendrá nunca) y, desde luego, le falta o le sobra algo. La audiencia le dio la espalda pero su prematura cancelación frustró todo intento de éxito. Cortaron de cuajo una serie mordaz, ligera y sí, quizás ciertamente insustancial pero, ¿era eso un pecado? Tan súbita fue la cancelación que la serie no tuvo tiempo de sortear los contratiempos y discurrir al menos un final que cerrara la primera y única temporada de una forma más concluyente. Al menos en lo referente al hilo principal, la historia personal de Chuck y Kelly (Kelsey Grammer y Patricia Heaton, las joyas de esta producción cuya evidente química no supieron explotar lo suficiente). El anuncio de la cancelación se produjo a la altura del episodio 14 y eso se nota en las tramas posteriores, menos ocurrentes de lo que venían siendo. Si se hubieran dignado en ponerle a esta serie un broche sino de oro, al menos de plata, estaríamos hablando de un producto terminado e infinitamente más aceptable. Una lástima, porque esta comedia contaba con grandes actores que podrían haber dignificado a la FOX.