9 de julio de 2008
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Perdón por el chiste fácil, pero desde la secuencia inicial, intuimos que la cosa se va a poner jodida. Una película de crudeza inusual, con una historia que va retorciéndose y complicándose cada vez más, pero que engancha en todo momento. Más que cine negro, se trata de una auténtica tragedia griega ambientada en el Nueva York actual. Lumet dirige con suma eficacia, aunque quizá abusando del flashback, y los protagonistas componen grandes interpretaciones, con mención especial para los dos hermanos protagonistas, el semi tarado Hawke, pero sobre todo para Hoffman, probablemente el mejor actor americano de los últimos años. Su variedad de registros en una misma película es impresionante. Una de las mejores obras de un director ya octogenario, que muestra una sociedad corrupta, desorientada y desesperada, en la que la fatalidad, o el puro azar, pueden convertir la situación más anodina en una auténtica hecatombe. Los lazos familiares, los convencionalismos, saltan por los aires cuando unos personajes sin rumbo traspasan el límite de la cansina cotidianeidad. Sexo, drogas, engaño, y mucha violencia, emocional y física, arrojada a borbotones, de forma inesperada. Por eso es tan creíble.
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