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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
4
Aventuras Celosos de sus éxitos y su fama, los enemigos de un capitán veneciano consiguen acusarle de un homicidio. Tras ser condenado a muerte, el hombre logrará escapar y volver a Venecia para encontrar a los culpables y lavar su honor. (FILMAFFINITY)
5 de febrero de 2019
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Pues resulta que el pobre Rolando se quiere casar con la hija del poderoso caballero veneciano Dandolo, pero el malvado y rijoso Bembo Altieri, un conspirador de ahí te espero, que se muere por los culos tiernos y turgentes, le tiende una trampa y le envía al trullo. Nuestro héroe, cual conde de Montecristo cualquiera, excavará un túnel y tomará cumplida venganza. Estamos en 1964, y las películas de capa y espada estaban en pleno auge. Ésta se basa en un novelón (no sé si hay ocho tomos) obra de Michel Zévaco, novelista enormemente popular en su momento, anarquista y anticlerical, que escribía con la abundancia de Stephen King y siempre tenía un ojo puesto en Alexandre Dumas. Marca el final de la carrera de Carlo Campogalliani, quien inició su carrera cinematográfica en... ¡1914! La rodó a cuatro manos con Piero Pierotti, uno de tantos menestrales de la época, y el experimento no salió bien. Hay lujosa ambientación de época, coloridos vestidos, duelos a espada, traiciones sin cuento, malvados de manual, señoras (poco) escotadas, una brillante partitura de Angelo Francesco Lavagnino, un genio a reivindicar, pero la tortilla no acaba de cuajar. Creo que el principal culpable es Brett Halsey, cuya interpretación, por llamarla de alguna manera, consiguió que me retorciera de ira en la butaca. ¡Pero qué hombre más inútil, por Atila! Un guaperas soso como un café descafeinado de sobre con leche desnatada y sacarina. A este tipo lo veía yo de pequeñito en una serie titulada aquí La ruta del sol, pero viendo que su carrera no chutaba se vino a Europa, como tantos otros, a ganarse las lentejas. A su lado, la hermosa Gianna Maria Canale, también en su canto de cisne para el cine. Tenía sólo 37 añitos, pero prefirió dedicarse a las labores de su casa en compañía de su maridito, Riccardo Freda. Lo mejor son los bellacos: José Marco Davó, el rijoso, y Conrado San Martín, un tipo que siempre daba la talla. Vira Silenti es la amada de Rolando, el culo virginal codiciado por Bembo, apetitosa señora cuya carrera nunca acabó de despegar.
Podría haber sido mejor, pero esto es lo que hay. Tampoco me lo pasé tan mal.
Eduardo
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