Me gustan las películas raras. Aunque luego me las cargue, pero me gustan. George Sherman fue lo que diríamos un probo artesano. Dirigió más de cien películas sin pestañear, y si bien tocó todos los géneros, su especialidad manifiesta es el western. El enmascarado es uno de ellos. Tal como delata el título de la crítica, tenemos a Lola Montes de gira por el Salvaje Oeste. Una idea estrafalaria, sin duda, pero qué diablos, cosas más increíbles hemos visto, ¿no? La señora Montes se lía con un bandolero (Duryea) que, lejos de arrepentirse de sus pecados, está encantado de haberse conocido y de atracar diligencias. Los ojazos y demás virtudes pectorales de Lola/De Carlo encienden también las hogueras del rival de Black Bart, Lance, y mientras ella se los rifa y canta alguna canción sin el menor acento de Sevilla, ellos deciden que la vida es para jugársela y acaban acribillados cual Bonnie & Clyde en su último trabajo. Una peli muy divertida y agradable de ver, esas típicas de sábado por la tarde y que ya no se fabrican. Una pena.