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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
6
Bélico. Acción. Aventuras. Drama En la primera mitad del siglo I a. C., las tribus teutónicas, dirigidas por Arminius el Terrible, un rebelde en contra el cruel y conquistador Imperio Romano. Entre rabia, tormentos y la sangre cuajada batallas, las tribus bárbaras y las legiones romanas luchan en una guerra de desgaste, por lo brutal y terrible que Arminio se convierte en una leyenda en todo el imperio. Sólo Augusto, emperador de Roma que es malvado y traicionero es ... [+]
12 de julio de 2017
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anunciada en Mañanas de cine algo así como La masacre de la Selva Negra, La batalla de Germania es un péplum atípico, por cuanto es una coproducción de la Alemania Federal con Italia y Yugoslavia, está hablada en alemán y se rueda en 1967, cuando los fastos del género ya habían quedado atrás. Cuenta con un protagonista estadounidense (Cameron Mitchell, que paseó su decadencia por Europa en películas que es mejor no recordar), una estrella italiana (Antonella Lualdi, muy popular en los años 50 y parte de los 60, aquí ya resbalando hacia el fondo) y un galán germano (Hans von Borsody, sin nada memorable en su cinematografía), amén de la presencia de Beba Loncar, una rubia yugoslava bien dotada pero inexpresiva a la que intentaron lanzar como sex bomb, sin éxito. Dirige el especialista Ferdinando Baldi, quien firma con el divertido seudónimo de Ferdy Baldwin y filma con singular arrojo una historia ya vista (mejor) en La caída del imperio romano. La cámara se mueve con agilidad, despliega travellings elegantes, aprovecha los paisajes naturales, los extras se mueven con más habilidad que en otras ocasiones, los diálogos no apestan, y Carlo Savina compone una banda sonora majestuosa y sinfónica que acompaña en todo momento a las imágenes. Tal vez el guión habría podido dar un poco más de sí, aparte de enaltecer la epopeya del bárbaro Arminio, quien tuvo la luminosa idea de unir a todas las tribus en contra del invasor romano, tras haber sido durante diez años comandante de las fuerzas romanas y haber probado en sus carnes el desprecio y el racismo de éstos. Por supuesto, su sueño no se cumplió debido a las rivalidades tribales (algo que todavía se ve en nuestros días, como quien dice a la vuelta de la esquina), y acabó como todos, es decir, traicionado y asesinado.
Sin ser ni mucho menos una obra maestra, La batalla de Germania se deja ver pese a la maldad de sus intérpretes, un defecto común a la mayoría de los péplums.
Eduardo
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