Un sacerdote de firmes convicciones evangélicas es destinado por error a una pequeña población plagada de snobs y gente bien. Pronto causará una revolución que las fuerzas vivas intentarán sofocar por todos los medios...
Durante los años 50, los hermanos John y Roy Boulting dirigieron una serie de películas que causaron buena impresión entre los círculos cinéfilos, entre ellos la hoy mitificada Brighton Rock, según la novela de Graham Greene, que contenía una modélica interpretación de Richard Attenborough. Esta etapa finalizó, precisamente, con Cielos arriba, una ácida aunque temperada visión de la miseria y la estupidez propias de la condición humana.
El pobre reverendo Smallwood (ejemplar prestación de Peter Sellers), empeñado en seguir la palabra de Jesucristo y tomar los Evangelios como modelo de vida, no tarda en caer en las garras de una pandilla de desharrapados que, amparados en su caridad, se las ingenian para estafar y robar todo cuanto pueden. Esto en lo que respecta a las clases bajas. No les van a la zaga los representantes de las clases favorecidas, una pandilla de buitres incapaces de entender las buenas intenciones del reverendo, sobre todo cuando ven en peligro sus posesiones. Es el momento, como dice uno de los personajes, en que cualquier cita bíblica ha de interpretarse como inspirada por el demonio en persona.
Comedia amable con regusto amargo (habría sido un buen tema para Buñuel), con excelente fotografía en B&N de Mutz Greenbaum, también conocido por Max Greene, y una brillante partitura de Richard Rodney Bennett, cuenta con una pléyade de secundarios que arropan la cuidadísima creación de Peter Sellers. Destacamos entre ellos a Ian Carmichael, Cecil Parker, Roy Kinnear y Eric Sykes, todos ellos garantes de la calidad que el cine británico nos ha deparado desde los inicios del sonoro. Obra poco vista, merece la pena revisarla. Tal vez excesivamente larga, y con un final cogido por los pelos, pero entrañable a fin de cuentas.