No me acuerdo de muchos fallecimientos en mi círculo más lejano de familia o amigos, pero me acuerdo perfectamente de esa madrugada de agosto de 2014, saliendo del cine para encontrarme con la noticia de que Robin Williams se había ido para siempre.
Entonces vinieron de golpe, a chorro, todos esos papeles estrafalarios y más mesurados que le había visto hacer en la columna vertebral de mi infancia y juventud, dándome cuenta de lo que este desconocido había significado para mí.

'Robin Williams: Come Inside my Mind' probablemente es todo lo innecesaria e insuficiente que podía ser una pieza documental basada en una persona así.
Pero, sabiendo que nunca tendrá su intimidad, elige hacerlo lo mejor que puede, seleccionando curiosos retazos de imágenes archivadas y bastantes testimonios cercanos, acercándose mucho a lo que debía ser la mente de este cómico al que todos creíamos conocer bien.
No era Robin Williams las 24 horas del día, si podía evitarlo. Aunque, lamentablemente, eso es algo que nunca se nos permitió saber.

Lo más interesante es observar, ni que sea mínimamente, su infernal ritmo de vida, donde solo existía una devoción sin límites a su público y cualquier rastro de tristeza apenas le llegaba.
En montajes agobiantes y encadenados de fotos casi da la sensación de que huía de algo, sin pausa, siempre hacia adelante: tal vez de la sombra de un padre que nunca le rio las gracias, o del fantasma de las drogas que, en su época de mayor esplendor, casi le arrebatan todo.
Sea como sea, solo hay breves paradas en su carrera cinematográfica, porque esa la conocemos todos, y lo importante aquí es darse cuenta de cuanta ternura, consciencia y entrega propia volcaba en esos papeles que él nos entregaba.

Como de costumbre, no sorprenden los inicios humildes, las luchas sentimentales o las declaraciones afectuosas.
Solo sorprende que tuviera que llegar su final para darnos cuenta de que, tras esa fuerza imparable de la naturaleza llamada Robin Williams... había una persona.

Ojalá su legado sobreviva en la chispa de locura que nos animó a tener.