En primer lugar sorprende el modélico trabajo del protagonista, Reda Kateb (a quien ya admiré en Enemigos íntimos) por su dominio en el arte de interpretar a un guitarrista tan grande como Django Reinhardt, después cala hondo en el periodo de su ajetreada vida en la Francia ocupada por los nazis en 1943, retratado con precisión bien documentada, emociones contenidas en medio de acontecimientos muy duros, y por último, estupenda realización visual: gran dominio de la síntesis dramática a través de pequeños detalles que van conformando mucho más que un biopic al uso, pues el discurso del holocausto gitano carece de serias referencias en la historia del cine, y en general poco y nada se han ocupado las artes de ese genocidio.
No hay discursos políticos. Diálogos breves, rítmicos, silencios bien compenetrados... Admirables las interpretaciones de todos, con especial relevancia la colaboración especial con un personaje muy atractivo y sugerente a cargo de la gran Cecile de France.
A todo esto agregar que se escucha mucho en casi dos horas la maravillosa música del swing gitano o jazz manouche en versiones de impecable calidad.