En este telefilm de sobremesa, la protagonista, interpretada de manera más o menos aceptable por Emily Rose, que se mete en un papel no del todo irritante, sufre (junto al espectador) las artimañas de la típica mala, quién perpetra un plan para quitarse de en medio a diestro y siniestro. El argumento de la película, bien planificado inicialmente, finalmente es distinto al que nos indica la sipnosis.

No hace falta ser un genio para averiguar como acabará este infumable thriller que, aunque cuenta con un planteamiento inicial aceptable, termina haciendo aguas debido a las estrepitosas formas de darle la vuelta a la tortilla a una trama que resulta finalmente paupérrima hasta decir basta.

Para muestra los tics que nos podemos encontrar cualquier película de sábado de media tarde: diálogos que nos indican lo que sucede repetidamente, protagonista que resuelve el caso a la tremenda, investigación policial que no va a ninguna parte, etc etc.

Por tanto, a pesar de que que las actuaciones no son del todo malas en su cómputo (debo destacar el papel de los actores, de aprobado justo), las expectativas de ver una cinta buena e interesante resulten escasas (no debemos esperarnos mucho con estas pelis), y la capacidad de enganchar al espectador con un manejo de la tensión, que por extraño que parezca, resulta relativamente eficaz, no evitan para nuestra desgracia, que podamos afirmar que estamos ante una fallida película que viene una vez más a mostrar el poco enganche que presentan estos subproductos destinados al olvido.