De entre las muy numerosas series que crecieron a la sombra del gran éxito de la mítica “Expediente X”, esta no es de las que tuvo más suerte, y se quedó en una única temporada de 13 episodios. Muchos de ellos siguen, en cierto modo, la famosa estructura del “monstruo de la semana”, con su prólogo inquietante y todo.
Skeet Ulrich no es que sea un actor de gran carisma, pero su personaje sí, y en el fondo aquí lo importante son sus casos sobrenaturales. De hecho, es curioso el enfoque religioso, pues el protagonista tiene un trabajo inicial en la Iglesia, algo bastante parecido a lo que era Gabriel Byrne en “Stigmata”.
Sale también Angus MacFadyen, el enorme actor secundario en “Braveheart”, que después nunca ha tenido un papel importante. En fin, aquí al menos trabaja (sin brillar) dando vida al que encarga los casos a resolver.
Tiene la serie una clara influencia de “El exorcista” y otras de misterios sobrenaturales religiosos, pues no falta la eterna lucha del bien y el mal, y también la crisis de fe, por no hablar de esas caras subliminales del primer episodio. Y por supuesto, tenemos el eterno debate entre ciencia y fe, aunque se eche en falta un personaje del tipo de la agente Scully.
La serie es muy entretenida con sus capítulos cortos, y aunque tiene un enfoque básicamente procedimental, te van soltando pistas sobre una trama principal apocalíptica que prometía ser extremadamente interesante. Eso no quita que algunos misterios, como el del avión del segundo episodio o el del a niña perdida, por ejemplo, sean muy llamativos por sí solos.
Por desgracia, no hubo suerte y nunca continuó. Aun así, la recomiendo para los que les gusten los casos paranormales intrigantes y no tengan otras series mejores que ver a mano.