Remover las sufridas neuronas de mi cerebro con los recuerdos recientes de este excremento, me supone una tortura digna de Guantánamo, pero todo sea por evitarle daños cerebrales a todo aquel que quiera hacerme caso y huir de este descomunal bodrio.
No hace falta que pasen muchos segundos del inicio para saber que esto va a ir mal, pero que muy mal. No hay más que ver esas ramas golpeando la ventana, que se nota que hay un tío escondido meneándolas, ya que si nos fijamos bien, esa ventana da a un acantilado y es científicamente imposible que haya un árbol ahí.
El montaje, efectos especiales, diseño de producción y hasta los títulos de crédito son propios del terror de serie B de los 50 y 60. Es horrible, al nivel de lo que hacían Dario Argento o Paul Naschy (pero multiplicando la mala calidad por mil), con toda esa caspa que no da miedo ni a los niños. La verdad es que he visto cortometrajes hechos por aficionados en "youtube", que sin tener medios técnicos parecen la saga de "El padrino" comparados con esto.
Es tan increíblemente mala que yo diría que ni pillando una cogorza digna de Poe, rodeado de amigos y viéndola en plan de cachondeo, podría uno divertirse viéndola.
¡Qué actuaciones! ¡Qué banda sonora! ¡Qué tensión!
Los diálogos, que no son precisamente de David Mamet, habrán dado algo de dinero al guionista, pero si le han pagado por ese trabajo, ya tenemos la prueba de que hay gente para todo.
Eso sí, las velas de la casa son la caña. Con tres encendidas ya tenemos el salón iluminado como con bombillas "led".
Sin olvidar el romanticismo de ese beso entre mariposas falsas. ¡Qué bonito, por Dios! Esto no lo supera una película en la que salgan juntas Sandra Bullock, Jennifer Aniston y Drew Barrymore.
No hay nada bueno. Cualquier fotograma de esta cosa, parado con la pausa, tiene más fallos y errores que el diseño de una catedral gótica hecho por un mono con un bolígrafo.
¡Vergüenza para Edgar Allan! Si levantara la cabeza, después de golpearse con la tapa del ataúd, volvería a morirse de ver lo que han hecho con su cuento.
Preguntas sin respuesta:
- ¿Por qué dejan el faro encendido de día a pleno sol?
- ¿Por qué vemos al protagonista recogiendo leña seca.... ¡en plena playa!?
Y la pregunta más importante de todas: ¿Qué estoy haciendo con mi tiempo tragándome este subproducto putrefacto? Creo que hice bien en ahorrarme la media hora del final, aunque esté un poco mal escribir una crítica sin haberla terminado del todo.