El título original es “La casa de cristal”, juego de palabras con “La casa Glass” o “La casa de los Glass”. En la distribuidora española pensarían “uy, esto no se puede traducir bien”. Así que me los imagino con un programa informático de generación de títulos aleatorios, seleccionando la opción “thriller que parece un telefilm”, y les salió “última sospecha”, como podría haber salido cualquier combinación con la palabra “mortal”, por ejemplo.
El caso es que es eso, un thriller muy pero que muy justito, que roza la catalogación de “telefilm”, sino fuera porque no es de bajo presupuesto y cuenta con buenos actores en su reparto.
Solo por el hecho de contar con Leelee Sobieski y Stellan Skarsgaard (vaya nombrecitos que tienen los dos) ya se mejora un poquito un argumento bastante mediocre. Por cierto, ¿qué ha sido de la chica esta? Me parece que no veo nada suyo desde “88 minutos” con Pacino, si la memoria no me falla.
En fin, como iba diciendo, la película deja que desear, principalmente porque el argumento está muy visto. Repite el esquema de que hay un malo que parece bueno en un entorno doméstico y familiar. Hay una casa con muchos cristales en las que se oye todo lo que pasa y donde parece que siempre es de noche y que fuera siempre está lloviendo. Pero esta ambientación no consigue levantar un guion realmente flojo, previsible y en el que apenas pasa casi nada interesante hasta el final.
Se olvida más rápido de lo que se ve, quedando en la masa de thrillers que parecen todos iguales y que solo pueden interesar un poco más a espectadores casuales que no vean mucho cine (ni del género ni en general).
Tarde o temprano veré alguna película parecida, así que a lo mejor esta breve reseña me sirve para copiar y pegar, dado el gran parecido que hay en este tipo de thrillers.