Es engañosa. En primer lugar, porque uno se podría esperar que estos dos ases de la comedia americana hubieran podido hacer algo mucho mejor para una vez que se juntan.
Y en segundo lugar, la película no termina de despegar ni como comedia ni dentro del género carcelario.
No se centra demasiado en que intenten escaparse. Hay algo de eso, pero no en grandes dosis. Más bien va sobre la vida en la cárcel, pero no es excesivamente graciosa ni tampoco interesante cuando se pone seria y trata de la amistad.
Solo consigue hacerme sonreír cuando discuten sobre las cajas de botellas, que son los mejores momentos.
Una mediocre comedia que demuestra lo bajo que fue cayendo Eddie Murphy con el paso de los años y también lo desigual que fueron los trabajos de Martin Lawrence cuando todavía tenía éxito.
Se puede ver, pero no es nada del otro mundo y no me río mucho con ella.