Los cortos de los Looney Tunes son obras de arte en la historia de la animación, dirigidas a toda clase de público y con un sentido del humor transgresor, irreverente y genial. Cualquiera de esos cortos hoy en día sigue teniendo perfecta validez y es más recomendable que esta o cualquier película que hoy pudieran hacer sobre ellos, más que nada porque fueron realizados por los auténticos creadores de estos personajes y a lo más que pueden aspirar las nuevas producciones es a rendirles homenaje.

Sin embargo, los productores de Warner Bros están más interesados en exprimir la gallina de los huevos de oro que en rendir un correcto homenaje a sus personajes más queridos. De todos modos esta película no es tan terrible como pudiera parecer por su cartel y argumento, pero exige ser vista con una actitud positiva.

Después de Space Jam, el director Joe Dante prometía que esta sería la versión definitva y más fiel de los Looney Tunes en largometraje. Nuevamente salí decepcionado, pero en posteriores revisiones y sobre todo tras verla en inglés hay que reconocer que es bastante mejor que la película con Michael Jordan, pero sigue sin ser lo bastante buena.

La combinación de dibujos con imagen real es bastante mediocre desde el punto de vista técnico y los actores tampoco son muy buenos fingiendo que les acompañan los dibus, especialmente Jenna Elfman, que hace el ridículo más de la cuenta. En cambio Steve Martin y Fraser, aunque exageran y sobreactúan lo hacen de manera más o menos convincente.

El argumento es completamente ridículo y puede ser suficiente para echar para atrás a espectadores adultos o a gente no muy aficionada a los Looney Tunes. Puede argumentarse que las historias de los cortos eran absurdas o simples pero hay que tener en cuenta que:

1-Sólo duraban siete minutos
2-Absurdo no es lo mismo que estúpido. De hecho, el mejor humor absurdo suele ser transgresor e inteligente

En todo caso mi consejo es que veáis esta película fijándoos en los gags, especialmente en los protagonizados por los personajes de dibujos animados. Los animadores y los actores que doblan sus voces en inglés han recreado decentemente la personalidad de los Looney Tunes, no de manera brillante, pero sí divertida y aceptable. El hecho de que el protagonista sea el Pato Lucas , más que Bugs Bunny, garantiza una mayor dosis de locura y diversión que la que había en Space Jam. Aparte hay un par de secuencias bastante logradas sólo con los dibujos como la que tiene lugar en el museo del Louvre o la de la lucha de Bugs y Lucas contra Marvin el marciano. La película funciona mejor cuanto más abstracta se vuelve y más se olvida de su argumento, especialmente en la parte que transcurre entre la estancia en Las Vegas y Paris. Pierde bastante fuelle en la parte selvática del final.