La sexta parte de Los chicos del maíz nos trae el regreso de Isaac, el primer villano de la saga y recupera, de paso, la tradición de los campos de maíz. Pero ahora caminan tras la rosa, vaya usted a saber por qué...

Kari Skogland venia avalada por su trabajo en la serie El cuervo, que si bien no era ninguna maravilla, sí tenía ciertas semejanzas con esta película de Los chicos del maíz. Skogland lo hace todo casi bien durante buena parte de la película, pero se mete en un follón tremendo al final, cuando convierte el mal que habita en Gatlin en una mala parodia circense. La escena final dividirá a la gente entre los que rían pensando que es coña y los que se caguen en su puta vida por ver destrozada así la esencia de esta mítica saga (yo me he reído, si queréis saberlo). El guion comienza con una parte que todas las grandes sagas de terror tienen: una profecía. Algún incauto (incauta en este caso) llega al sitio donde el mal habita sabiendo de la misa la mitad y se ve metido (metida) como protagonista en una orgía de sangre, vísceras, dolor y destrucción (by Pedro Piqueras). No hay más. Luego, pues bueno, se mete un poco de relleno y ya tenemos película.

Natalie Ramsey protagoniza la película y lo cierto es que lo hace bastante bien, tal vez porque gane puntos si la comparamos con lo que es la factura técnica de la película. John Franklin vuelve, tras hacer papeles de mierda en los que no se le ve la cara o directamente se limita a poner voz, al papel de Isaac, su mejor personaje en el cine. El tipo ha envejecido pero sigue midiendo palmo y medio y su interpretación, la verdad, es que no importa demasiado ya que su personaje se ha convertido en una caricatura de lo que fue. Nancy Allen está correcta, como de costumbre en esta clase de películas de bajo presupuesto que tanto han llenado su vida, lo que podría aplicarse también a Stacy Keach, actor habitual en Historias de la cripta y películas de serie B. A Paul Popowich le toca la peor parte, ya que tiene que lidiar con el personaje más ridículo y con menos lógica de esta extensa saga y el chaval pues, la verdad, tampoco ayuda demasiado a levantar el tema.

Resumiendo, que es gerundio: Los chicos del maíz buscaba renacer con esta sexta entrega, volviendo a centrar la historia en Gatlin y recuperando a un crack del pasado como era Isaac, pero el trabajo de Kari Skogland, que convierte la película en una atracción de feria llena de diálogos dignos de un perro y un gato, se carga toda esperanza de recuperación. Españoles, Los chicos del maíz han muerto.