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Voto de Nacho Ambigú García:
7
Drama. Comedia Crónica de la rivalidad existente entre el ex-tenista profesional, de 55 años, Bobby Riggs, y su oponente de 29 años de edad, la carismática tenista Billie Jean King, quienes se enfrentaron en un partido legendario en 1973. Se quería entonces conocer si una tenista profesional femenina podía realmente vencer a un hombre (aunque fuera ex-profesional), un evento que atrajo a más de 50 millones de estadounidenses y que se publicitó como ... [+]
29 de noviembre de 2017
50 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
La actualidad informativa provoca a veces interferencias como zancadillas de elefante en cualquier ámbito de la vida, desde la conversación de cada día durante el café mañanero hasta el argumento de la ficción que utilizamos para evadirnos precisamente de dicha realidad.

Espero que esos sucesos execrables y comprensiblemente acaparadores de portadas y titulares (manadas de cafres miserables, matarifes de cuarto de estar, parricidas de aliento etílico y corazón podrido…) no lleguen a enturbiar la interpretación o las ganas de ver una película como "La batalla de los sexos", que es, al fin y al cabo, una comedia.

Los famosos directores de la divertida y aspirante a clásico "Pequeña Miss Sunshine" (2006) reproducen esta vez el desafío que el tenista retirado Bobby Riggs le lanzó a la por entonces candidata a número uno Billie Jean King, materializado en un partido celebrado en 1973 y que pasaría a la historia por su simbolismo social más que por su naturaleza deportiva. ¿Podía una tenista vencer a un tenista, aunque fuera ya un jubilado como Riggs?

El planteamiento de la apuesta es ya en sí mismo discutible y en buena medida ofensivo, pero después de ver al tal Riggs escupir joyas dialécticas como “A mí me encantan las mujeres… en la cocina y en la cama”, no hace falta mucho esfuerzo para convertirse en hooligan del bando contrario y contar los días, las horas y los minutos para que empiece el partido.

Es verdad que la película ilustra el asunto con más elegancia que vitriolo, pero eso tampoco es sinónimo de frivolidad, y menos aún de insensibilidad. Como comedia no termina de estallar, y tampoco quiere cargar demasiado el saco del drama, pero la historia, aparte de verídica (que con eso ya gana predisposición) es tan pintoresca y aplicable a la actualidad que no solo se deja ver, sino que casi te obliga a que la veas y la digieras.

Una digestión que, por ejemplo, nos debería recordar que mantener una rivalidad fortalece al que discrimina más que al que pelea por sus derechos. El propio concepto de batalla de sexos viene de algún modo a dar la razón al que sostiene que ambos géneros son opuestos y están por tanto abocados al enfrentamiento. La clave de todo está quizá en una frase que dice Billie Jean King tras una pregunta de la prensa: “No queremos ser mejores, solo pedimos respeto”.

Me temo que se nos ha olvidado que esa es o debería ser la base del feminismo. Que no es el lado opuesto del machismo, sino su vacuna. El feminismo no es reclamar que las mujeres son superiores a los hombres (eso sería replicarlo, no combatirlo), sino exigir la igualdad de oportunidades, de derechos, de sueldos, de trato personal, de consideración general.
Tampoco está mal recordar que el machismo no solo lo ejercen y fomentan los hombres, y que quizá el hueso más duro de roer en esta merienda de fieras es el de las mujeres que prolongan los tics y comportamientos que por otro lado se quieren eliminar (hay un personaje que lo representa en la película, y creo que es también un acierto).

Rebelarse ante atrocidades como la de la manada de San Fermín no es competencia exclusiva del feminismo; es justicia, nos compete a todos, hombres y mujeres. Mientras tanto, tenemos derecho a distraernos con obras como esta, tal vez no muy brillante, pero sí entretenida y equilibrada, que ya quisieran muchos.
Más información en http://ambigugarcia.blogspot.com.es
Nacho Ambigú García
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