Hoy en día vivimos una época complicada. Las políticas identitarias, el relativismo cultural, la corrección política, la Generación Z repleta de niñatos ofendiditos, etcétera. Este clima impide que en el cine, e incluso en otros formatos como el cómic y, desde hace no mucho, en los videojuegos, exista la real sensación de que se respeta la visión del creador, la sensación de que puede sacarse adelante una obra sin necesidad de buscar el aprobado por parte del colectivo de turno.

En esta película tenemos a una guionista mujer y a una protagonista femenina, que además es negra. Y yo me lo he pasado en grande viéndola sin pensar en esa clase de factores, que para mí son puramente anecdóticos. Dudo que en 1987 se viviera con tanta rabia este panorama actual donde se imponen cuotas raciales o de género a la hora de elaborar el cast de un filme. Y eso no impide que la película, con pequeñas pinceladas, deje caer comentarios sobre la sociedad americana de aquel momento. Y no me molestan, independientemente de que pueda estar o no de acuerdo con todas esas pinceladas. Lo importante es que la obra no se convierte en un alegato, o mejor dicho, en un vulgar panfleto político que pretenda deconstruirme como persona y hacer que pueda integrarme en esta sociedad cada vez más acrítica con el pensamiento dominante.

Así pues, lo que tenemos es una muy divertida película de acción ochentera, con buena música de la época, buenos tiroteos, diálogos cargados de palabrotas y expresiones malsonantes muy divertidas en ocasiones, violencia... En definitiva, un producto de su época (bendita época) altamente disfrutable por cualquiera que también aprecie las buddy movies policíacas de aquellos años. Hoy, la película sería lo de menos, lo importante sería el color o el cromosoma del reparto, dejando de lado lo verdaderamente importante: el aspecto creativo.

Echo de menos los tiempos en lo que todo era mucho más sencillo.

Ah, y la pareja Goldberg/Elliott está genial.