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España España · Madrid
Voto de Naran:
8
Drama. Comedia Los miembros de una familia numerosa irlandesa reaccionan de forma distinta ante la noticia de que la hija mayor está embarazada, sobre todo, porque ni siquiera tiene novio; así que sus familiares están intrigados por saber quién es el padre de la criatura. (FILMAFFINITY)
12 de diciembre de 2007
26 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
La familia Curley es una familia formada por ocho miembros que vive en una pequeña casa de un barrio obrero de Irlanda. Se trata de un grupo peculiar, encabezado por un padre que se gana la vida como yesero y al que le gusta ir al pub por las noches a tomarse unas cervezas con sus amigos; la madre es Kay que se encarga de poner algo de orden en una vivienda caótica. Los seis hermanos, cada cual más especial: Craig, un soldado con aires de grandeza en la guerra, Sharon una dependienta que se emborracha con sus amigas mientras se ríen de cualquier situación, Lisa y Sonny, que se pelean a todas horas, Kimberley, y Darren, un chaval que sueña con ser el sucesor de su compatriota ciclista Stephen Roche. Su vida transcurre de modo tranquilo hasta que un día Sharon anuncia que está embarazada y, para colmo de males, se niega a decir quién es el padre. A partir de entonces, nada volverá a ser igual.
Café irlandés es otra de esas pequeñas películas rurales y encantadoras, llenas de modestia y buenas intenciones, que antes se dedicaba a dirigir Stephen Frears y que me suelen gustar muchísimo. Se detiene, en clave de comedia costumbrista, en cómo cada uno de sus miembros reaccionan ante la noticia del embarazo de Sharon. Evidentemente la hija no está casada, ni tiene novio formal, ni sabemos siquiera si de verdad está precupada por su nuevo estado o simplemente todo es tan agobiante que ha decidido no pensar. Claro, los padres están intrigadísimos por saber quién es el padre de la criatura ("¿un marinero español?, ¿cómo que de un marinero español?"). Además, los continuos rumores del vecindario generan tensiones en el clan Curley.
La película, que adapta una novela de Roddy Doyle, está llena de grandes aciertos que vienen dados sobre todo por un guión con mucha ironía, situaciones llenas de patetismo, mucho ambiente tabernario y unos personajes verosímiles, además de la interpretación de Colm Meaney (y su chaqueta anticonceptiva) en el papel del tosco, resignado y bebedor padre. Atención a la genial música, con la adaptación irlandesa de "I can't help falling in love with you".
Cálida, llena de suaves retazos de amargura, humor sutil y diálogos nada pausados, entrañable, divertida, familiar... Ese género tan anglosajón que es el cine social, con un Ken Loach como representante más famoso y catastrofista, también puede contarse con ironía, con humor socarrón, sin caer de lleno en el drama de la situación, tomándose la vida acompañada de una pinta de cerveza.
Una pequeña visión de un pequeño pueblo irlandés, repleto de litros de cerveza negra y de café con whisky irlandés. De una familia que, a pesar de tener miles de problemas (y no precisamente tonterías), lucha por adaptarse a la pequeña extraña Georgina y que, además, se quiere. Y ese amor, a pesar de la brusquedad en la que aparece envuelto, es el que les hace triunfar cada día.
Naran
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