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Polonia Polonia · Galitzia
Voto de Valkiria:
8
Drama Tom, un joven publicitario, asiste al funeral de su novio, que ha muerto en un accidente de tráfico. En una granja aislada se encuentra por primera vez con la madre de su amado. Ella no lo conoce ni sabe qué clase de relación mantuvo con su hijo. Tom descubrirá entonces que su novio había estado enamorado de una mujer llamada Sarah. (FILMAFFINITY)
23 de noviembre de 2013
11 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tom à la ferme, te coge desprevenido. Es una sorpresa visual y narrativa como pocas se han visto en tiempo. Cuesta entrar en la piel de sus detractores. Y esa es su definición, su mayor logro y a la vez su gran inconveniente: o te magnetiza o te repulsa.

Un gran plano general de la carretera de Montreal a la granja, tanto de ida como de vuelta nos coloca tras Tom en un arranque muy road movie. Tom es bastante menudo y el valor descriptivo de esos enormes planos inaugurales, musicalizados por el Windmills of my mind versión francesa, podría significar la poquita cosa que es.

Pero no debe ser tan insignificante cuando la cámara persigue su nuca. Su cuello y sus rizos airadamente recogidos tras sus orejas. Hay cierta manía persecutoria sobre Tom, su cabello y su rostro imberbe de rasgos gráciles y afeminados.

Acude al funeral de su novio sin que la madre del fallecido sepa de la relación entre ambos. Tiene el cabello rubio como las hojas afiladas del maíz. Se estaría mimetizando con el lugar nada más llegar. Hasta qué extremos, dependerá de él.

Esta es una historia de tentaciones y de complaciente autodestrucción. De mentiras, ocultaciones, de hostilidades. De bestias humanas y bestias animales. Donde hay lados oscuros fascinantes y donde la pulsión sexual no resuelta o reprimida, naturalmente se torna en acto violento.

¿Es Tom honesto y consecuente con sus propios actos y elecciones? ¿O se dejará llevar por un mundo de mentiras e imposturas? ¿Tom es un juguete? Tom está atrapado entre el deseo y el peligro de su propia integridad física.

La de Xabier Dolan es una muestra enfática del uso del color tan magníficamente otoñal con el que Tom se “camaleoniza”. Contrasta la estrechez de los planos de la cocina de la casa familiar, muy numerosos, con las grandísimas perspectivas generales de la carretera hacia la libertad. La banda sonora es algo hitchcoockiana y profundamente efectista, pero eso no demerita la cinta sino que enfatiza la fuerza de una narración contudente donde las haya que, esta que escribe, aplaude efusivamente.
Valkiria
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