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España España · Palma (Mallorca)
Voto de Miquel:
8
Drama Nicholas, un joven artista parisino, viaja con su novia Marianne a un pequeño pueblo de provincias para visitar a Edouard Frenhofer, un famoso pintor que vive allí aislado del mundo. Nicholas intenta persuadirlo para que pinte su último gran cuadro: "La bella mentirosa", con su novia como modelo. (FILMAFFINITY)
25 de septiembre de 2005
29 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película del veterano Jacques Rivette (cumplió 63 años en 1991), en plenitud de facultades. Obtuvo el Gran Premio del Jurado del Festival de Cannes, fue nominada a la Palma de Oro y acumuló 5 nominaciones a los premios César. Fue rodada en el Chateaux de Assas (N. de Montpeller) y alrededores, en julio y agosto de 1990. Se estrenó en 1991 con una duración de 229 minutos. Poco después el director realizó una versión reducida, de unas dos horas, que tituló "Divertimento". La obra se inspira en "La obra maestra desconocida", de Balzac.

La acción tiene lugar en espacio y tiempo reales. Narra la historia de un pintor veterano, Edouard Frenhofer (Michel Piccoli), casado con Liz (Jane Birkin), que vive retirado de las exposiciones. Un día recibe la visita, prevista pero olvidada, de un joven pintor, Nicolás (David Bursztein), admirador del maestro, y de su novia Marianne (Emmanuelle Béart), acompañados del coleccionista Baltasar Porbus (Guilles Arbona), que hace las presentaciones. La obra evoca el mundo de las películas inacabadas del director a partir de las telas sin terminar que Franhofer guarda en el taller, entre ellas "La bella mentirosa". Muestra, además, el despliegue de pasiones humanas que la reasunción del proyecto desencadena entre los que le rodean: celos, envidias, odios. Por encima de todo, la película muestra la ingente cantidad de trabajo y la tensión enorme que el proceso de creación artística impone al pintor. Éste la trasmite a la modelo, a la que somete a una exhaustiva investigación física e interior: le impone posturas incómodas, inmóviles, extenuantes y opresivas. A través de la modelo, el pintor busca un destello de la belleza absoluta: la modelo no es una figura a imitar, sino una fuente de investigación. De ahí que la relación entre pintor y modelo devenga una manipulación, física e emocional, agresiva, hiriente, abusiva y prolongada. Pese a todo, entre ambos se establece un extraño clima de simpatía y complicidad.

La música se limita a dos fragmentos de Stravinsky, extraídos de "Agon" y "Petrouchka", que constituyen el inicio y el final de la obra. El "soundtrack" reproduce sonidos amplificados de pasos, chorros de agua, trino de pájaros, conversaciones de fondo, etc. La fotografía ofrece una descripción visual exquisita, con movimientos suaves de cámara, encuadres medios, luces que multiplican y resaltan los perfiles de la figura humana y colores atenuados. La interpretación de Béart, que luce su espléndida belleza, es magnífica y la de Piccoli es sobresaliente. La dirección trasmite al espectador la dificultad y las tensiones del proceso creativo de la pintura y del cine.

Película memorable, no apta para espectadores aficionados a entretenimientos superficiales. Constituye un valioso ensayo sobre las relaciones entre pintura y cine, de referencia obligada.
Miquel
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