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Voto de Miquel:
7
10 de agosto de 2011
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Superproducción de aventuras realizada por Henry Hathaway (1898-1985) (“Niágara”, 1953). Escrita por Waldemar Young, John Balderstone y Achmed Abdullah, desarrolla la adaptación elaborada por Grover Jones y William S. McNutt del libro de memorias “The Lives of a Bengal Lancer” (1930), de Francis Yeats-Brown, antiguo oficial británico que sirvió en la India entre 1904 y 1915. Se rueda en Iverson Ranch (L.A, CA), Paramount Ranch (Agoura, CA) y escenarios naturales de Alabama Hills, Buffalo Flats y Chatswarth (CA), entre agosto y noviembre de 1934. Añade tomas naturales para fondos e insertos filmadas en 1931-1934. Aprovecha decorados de “Las cruzadas”, de Cecil B. de Mille. Nominada a 6 Oscar, gana uno de segundo nivel. Producida por Louis D. Lighton, se proyecta por primera vez en público el 11-I-1935 (NYC, preestreno). La acción dramática tiene lugar en las proximidades de la frontera nororiental de la India (India/Afganistán) entre 1910 y 1915, durante el reinado de Jorge V, como se deduce del tiempo de servicio en la India del autor de las memorias y el tipo de ametralladora que se usa en la revuelta.
Los protagonistas son tres jóvenes tenientes del 41 Regimiento de Caballería del Ejército Británico, de caracteres, aficiones y extracciones diferentes, entre los que se establece una relación de profunda amistad y sincera camaradería. Alan “Mac” McGregor (Cooper), escocés, el mayor de los tres, es impulsivo, generoso, valiente, buena persona y experto. Forsythe (Tone) es burlón, fumador de pipa, aficionado a las apuestas y hábil. Donald Stone (Cromwell), de 21 años, el más joven de los tres, acaba de graduarse en la Academia y es inexperto, ingenuo y algo inconsciente. El coronel Tom Stone (Standing), padre el teniente Donald, es severo, frío, inflexible, duro y riguroso. El guión perfila los caracteres con precisión y riqueza de detalles. Insiste en la variedad de los mismos y las diferencias que los singularizan. De ese modo consigue establecer entre los personajes una malla de relaciones e interrelaciones variadas y en ocasiones enfrentadas. El cabecilla de los rebeldes es Mohammed Khan (Dumbrille), que encarna la figura de la deslealtad, el engaño, la traición y la maldad. Francis Yeats-Brown sintió una abierta y explícita simpatía por el Islam, que el film no deja de trasladar sutilmente a las imágenes.
La narración combina con acierto y en las justas proporciones tensión y humor. Hace uso de recursos destinados a movilizar la emotividad del público y a crear situaciones e imágenes de vistosa espectacularidad. La acción se concentra hacia el final del metraje, está bien filmada y adecuadamente montada. Aporta al relato un intenso dinamismo y gran fuerza expresiva. El ritmo de la acción es elevado y en la última parte de la historia adquiere rapidez y contundencia. La narración, elaborada con el vigor propio de Hathaway, es atractiva, gratificante y brillante.
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Los protagonistas son tres jóvenes tenientes del 41 Regimiento de Caballería del Ejército Británico, de caracteres, aficiones y extracciones diferentes, entre los que se establece una relación de profunda amistad y sincera camaradería. Alan “Mac” McGregor (Cooper), escocés, el mayor de los tres, es impulsivo, generoso, valiente, buena persona y experto. Forsythe (Tone) es burlón, fumador de pipa, aficionado a las apuestas y hábil. Donald Stone (Cromwell), de 21 años, el más joven de los tres, acaba de graduarse en la Academia y es inexperto, ingenuo y algo inconsciente. El coronel Tom Stone (Standing), padre el teniente Donald, es severo, frío, inflexible, duro y riguroso. El guión perfila los caracteres con precisión y riqueza de detalles. Insiste en la variedad de los mismos y las diferencias que los singularizan. De ese modo consigue establecer entre los personajes una malla de relaciones e interrelaciones variadas y en ocasiones enfrentadas. El cabecilla de los rebeldes es Mohammed Khan (Dumbrille), que encarna la figura de la deslealtad, el engaño, la traición y la maldad. Francis Yeats-Brown sintió una abierta y explícita simpatía por el Islam, que el film no deja de trasladar sutilmente a las imágenes.
La narración combina con acierto y en las justas proporciones tensión y humor. Hace uso de recursos destinados a movilizar la emotividad del público y a crear situaciones e imágenes de vistosa espectacularidad. La acción se concentra hacia el final del metraje, está bien filmada y adecuadamente montada. Aporta al relato un intenso dinamismo y gran fuerza expresiva. El ritmo de la acción es elevado y en la última parte de la historia adquiere rapidez y contundencia. La narración, elaborada con el vigor propio de Hathaway, es atractiva, gratificante y brillante.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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Exalta valores asociados sobre todo a la milicia, como la disciplina, el honor, la abnegación, el arrojo y el heroísmo. Dedica un elogio bien concebido y convincente a la amistad y al compañerismo, que muestra no exentos de fricciones ocasionales de rivalidad. Es interesante la tensión que establece entre el afecto paternofilial y las obligaciones propias de la milicia. De acuerdo con viejas convenciones, el film está impregnado de un cierto maniqueísmo, pregona la superioridad de la etnia caucásica y define la lucha de los patriotas nativos como la expresión de las fuerzas del mal. La película inaugura en su momento el género de aventuras, que tiene un gran desarrollo posterior. El éxito de público provoca una oleada de imitaciones y desarrollos alternativos de interés.
La banda sonora, de Milan Roder, es muy breve y de escaso contenido. Aporta cortes de instrumentos hindúes, como el de la flauta que encanta serpientes. Añade el himno de caballería en versión coral. La fotografía, de Charles Lang, evita los primeros planos y los planos de detalle. Se limita a planos generales, siempre de excelente diseño, y a tomas desde tres o cuatro metros de distancia. No faltan toques de humor visual (carreras de cucarachas), referencias cultas (Kipling), paisajes de gran belleza y cautivador exotismo, imágenes novedosas de vacas sagradas (bajo un puente metálico) y cobras y una impactante secuencia de caza del jabalí. Resulta chocante la referencia reiterada al número de habitantes de la India en 1935, cinco veces menor que el actual en el mismo territorio (India, Paquistán y Bangla Desh). La película es memorable, ha resistido bastante bien el paso del tiempo y no defrauda al cinéfilo que gusta del cine clásico.
Exalta valores asociados sobre todo a la milicia, como la disciplina, el honor, la abnegación, el arrojo y el heroísmo. Dedica un elogio bien concebido y convincente a la amistad y al compañerismo, que muestra no exentos de fricciones ocasionales de rivalidad. Es interesante la tensión que establece entre el afecto paternofilial y las obligaciones propias de la milicia. De acuerdo con viejas convenciones, el film está impregnado de un cierto maniqueísmo, pregona la superioridad de la etnia caucásica y define la lucha de los patriotas nativos como la expresión de las fuerzas del mal. La película inaugura en su momento el género de aventuras, que tiene un gran desarrollo posterior. El éxito de público provoca una oleada de imitaciones y desarrollos alternativos de interés.
La banda sonora, de Milan Roder, es muy breve y de escaso contenido. Aporta cortes de instrumentos hindúes, como el de la flauta que encanta serpientes. Añade el himno de caballería en versión coral. La fotografía, de Charles Lang, evita los primeros planos y los planos de detalle. Se limita a planos generales, siempre de excelente diseño, y a tomas desde tres o cuatro metros de distancia. No faltan toques de humor visual (carreras de cucarachas), referencias cultas (Kipling), paisajes de gran belleza y cautivador exotismo, imágenes novedosas de vacas sagradas (bajo un puente metálico) y cobras y una impactante secuencia de caza del jabalí. Resulta chocante la referencia reiterada al número de habitantes de la India en 1935, cinco veces menor que el actual en el mismo territorio (India, Paquistán y Bangla Desh). La película es memorable, ha resistido bastante bien el paso del tiempo y no defrauda al cinéfilo que gusta del cine clásico.