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Voto de Miquel:
8
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Drama
Sandra Dawson (Claudia Cardinale) regresa al pueblo de su infancia, Volterra, en la Toscana, y lo hace acompañada de Andrew, su marido (Michael Craig). Una vez instalada en su casa natal, la persigue el recuerdo de su padre, muerto en el campo de concentración de Auschwitz. (FILMAFFINITY)
19 de julio de 2011
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Largometraje realizado por Luchino Visconti (“El gatopardo”, 1963), escrito por Suso Cecchi d’Amico, Enrico Medioli i Luchino Visconti y producido por Franco Cristaldi. Rodado entre el 26 de agosto y el 17 de octubre de 1964 en Volterra (Pisa) y Ginebra (Suiza), se proyecta por primera vez en público el 3 de septiembre de 1965 (Festival de Venecia). Gana el León de oro (Venecia) y un Silver Ribbon a la mejor fotografía.
La obra desarrolla un drama de raíces clásicas, que explica mediante referencias explícitas, evocaciones más o menos definidas, indicaciones indirectas y anotaciones llamadas a convocar recuerdos diversos, en ocasiones inciertos e imprevisibles, del espectador. El lenguaje está construido con densidad inusual y una oscuridad, que el realizador potencia mediante el uso del misterio y la intriga. Por lo que respecta a algunos puntos, el misterio y las incógnitas en las que se apoya se mantienen sin cambios a lo largo del metraje que no aporta aclaraciones.
La preferencia de Visconti por el barroquismo en la presentación de los elementos narrativos explica, y en cierto modo justifica, su opción a favor del misterio y la oscuridad del discurso. Con frecuencia le gusta presentar escenas de noche, escenarios negros y zonas profundas dominadas por las sombras y la ausencia de luz, que glosan su gusto por un estilo recargado (más de lo que parece a simple vista) y espeso. Los gustos de siempre de Visconti aparecen reflejados en este film de modo más patente y detallado de lo que es habitual en él.
La preferencia por una narración encriptada, responde a sus intenciones de crear en torno de los personajes y de la acción una atmósfera sobrecogedora, capaz de suscitar sentimientos de agobio y estremecimiento, imposibles de conseguir por otros medios. Una de las principales bases en las que apoya las características del estilo que comentamos se halla en el bagaje extraordinariamente rico que maneja por lo que respecta a conocimientos y experiencias culturales: arte, iconografía, cine, historia y simbología.
Algunos símbolos son fáciles de identificar, como los que relacionan el viento con la pasión amorosa, las antigüedades con el tiempo pasado, las ruinas con la decadencia física y la muerte, los relojes de péndulo, pared y muñeca con el tránsito imparable del tiempo y la brevedad de la vida. Los paralelismos que establece entre Sandra y Electra, el padre y Agamenón, la guerra de Troya y la IIGM, Gianni y Orestes, etc., aportan innumerables sugerencias sobre los caracteres y su destino implacable. Las imágenes de Eros y Psique representan el amor y el alma (la pareja), enamorados al amparo de fuerzas que discurren más allá de las convenciones sociales y las normas de conducta.
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La obra desarrolla un drama de raíces clásicas, que explica mediante referencias explícitas, evocaciones más o menos definidas, indicaciones indirectas y anotaciones llamadas a convocar recuerdos diversos, en ocasiones inciertos e imprevisibles, del espectador. El lenguaje está construido con densidad inusual y una oscuridad, que el realizador potencia mediante el uso del misterio y la intriga. Por lo que respecta a algunos puntos, el misterio y las incógnitas en las que se apoya se mantienen sin cambios a lo largo del metraje que no aporta aclaraciones.
La preferencia de Visconti por el barroquismo en la presentación de los elementos narrativos explica, y en cierto modo justifica, su opción a favor del misterio y la oscuridad del discurso. Con frecuencia le gusta presentar escenas de noche, escenarios negros y zonas profundas dominadas por las sombras y la ausencia de luz, que glosan su gusto por un estilo recargado (más de lo que parece a simple vista) y espeso. Los gustos de siempre de Visconti aparecen reflejados en este film de modo más patente y detallado de lo que es habitual en él.
La preferencia por una narración encriptada, responde a sus intenciones de crear en torno de los personajes y de la acción una atmósfera sobrecogedora, capaz de suscitar sentimientos de agobio y estremecimiento, imposibles de conseguir por otros medios. Una de las principales bases en las que apoya las características del estilo que comentamos se halla en el bagaje extraordinariamente rico que maneja por lo que respecta a conocimientos y experiencias culturales: arte, iconografía, cine, historia y simbología.
Algunos símbolos son fáciles de identificar, como los que relacionan el viento con la pasión amorosa, las antigüedades con el tiempo pasado, las ruinas con la decadencia física y la muerte, los relojes de péndulo, pared y muñeca con el tránsito imparable del tiempo y la brevedad de la vida. Los paralelismos que establece entre Sandra y Electra, el padre y Agamenón, la guerra de Troya y la IIGM, Gianni y Orestes, etc., aportan innumerables sugerencias sobre los caracteres y su destino implacable. Las imágenes de Eros y Psique representan el amor y el alma (la pareja), enamorados al amparo de fuerzas que discurren más allá de las convenciones sociales y las normas de conducta.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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La figura de Sandra es la que concentra mayor número de referencias explícitas, como las que hemos relacionado. También es la que concentra mayor número de referencias ocultas o disimuladas, destinadas a suscitar evocaciones en el espectador relacionadas con su experiencia personal y sus conocimientos. En este sentido podemos establecer que Sandra puede encarnar para algunos la figura de Venus y Afrodita, la feminidad eterna, la mujer más bella del mundo, la figura histórica de Paulina Bonaparte (recostada a medias en la cama como en la escultura de Villa Borghese), la mujer moderna liberada, etc.
Las distintas formas de las representaciones de Eros y Psique en la pintura y la escultura permiten construir evocaciones complejas y sofisticadas de lo que Visconti quería decir en el film o decía más allá de sus planes. Dos escenas sobresalen por su visualidad singular y su eventual alcance. La primera es la escena de los reflejos en el agua de los baños romanos de Volterra (Toscana), que sugieren la fragilidad de las figuras y su destino efímero. El ascenso de Sandra por la escalera de caracol reflejado en el agua se percibe como un descenso a las profundidades del averno. La acción de Gianni de quitar el anillo de boda a Sandra, que retiene, sugiere muchas cosas posibles y resuelve, con extrema elegancia y gran economía de medios, algunos interrogantes y algunas suposiciones.
La banda sonora suma cortes de una obra para piano de Cesar Franck, melancólica e intensamente dramática, y canciones melódicas del momento, como la recordada “Una rotonda sul mare”.
La figura de Sandra es la que concentra mayor número de referencias explícitas, como las que hemos relacionado. También es la que concentra mayor número de referencias ocultas o disimuladas, destinadas a suscitar evocaciones en el espectador relacionadas con su experiencia personal y sus conocimientos. En este sentido podemos establecer que Sandra puede encarnar para algunos la figura de Venus y Afrodita, la feminidad eterna, la mujer más bella del mundo, la figura histórica de Paulina Bonaparte (recostada a medias en la cama como en la escultura de Villa Borghese), la mujer moderna liberada, etc.
Las distintas formas de las representaciones de Eros y Psique en la pintura y la escultura permiten construir evocaciones complejas y sofisticadas de lo que Visconti quería decir en el film o decía más allá de sus planes. Dos escenas sobresalen por su visualidad singular y su eventual alcance. La primera es la escena de los reflejos en el agua de los baños romanos de Volterra (Toscana), que sugieren la fragilidad de las figuras y su destino efímero. El ascenso de Sandra por la escalera de caracol reflejado en el agua se percibe como un descenso a las profundidades del averno. La acción de Gianni de quitar el anillo de boda a Sandra, que retiene, sugiere muchas cosas posibles y resuelve, con extrema elegancia y gran economía de medios, algunos interrogantes y algunas suposiciones.
La banda sonora suma cortes de una obra para piano de Cesar Franck, melancólica e intensamente dramática, y canciones melódicas del momento, como la recordada “Una rotonda sul mare”.