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Voto de Miquel:
9
7,8
3.748
Drama
Urgida por la necesidad de dinero para cubrir sus cuantiosos gastos, una condesa vende unos pendientes que le regaló su marido, y a éste le dice que los ha extraviado. El joyero, indiscreto, le cuenta al conde lo sucedido, y le vende la joya que, tras distintos avatares, llegan a manos de un diplomático italiano. (FILMAFFINITY)
31 de octubre de 2009
50 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
Penúltimo film de Max Ophüls (1902-57), realizador alemán nacionalizado francés. El guión, de Marcel Archard, M. Ophüls y Annette Wademant, con diálogos de M. Archard, adapta la novela “Madame de ...” (1951), de Louise de Vilmorin. Se rueda en el bosque de Rambouillet (Yvelines) y en los platós de Studios Boulogne-Billancourt (Hauts-de-Seine). Es nominado a un Oscar (vestuario). Producido por Ralph Baum (no acreditado) para Franco London Films (Paris) y Rizzoli Film (Roma), se estrena el 16-IX-1953 (Paris).
La acción dramática tiene lugar en Paris, con dos breves escenas en Constantinopla y Basilea, en el último año del XIX (1900). Louise de ... (Darrieux), casada con el barón André de ... (Boyer), general de artillería, se ve obligada a vender unos pendientes al joyero Remy (Debucourt) para liquidar unas deudas que la apremian. Los pendientes a lo largo de la cinta son objeto de compraventa, intercambio o donación como obsequio, al menos, en 9 ocasiones. Louise es desdichada, caprichosa, derrochadora, frívola, coqueta, de belleza estilizada, decidida e insatisfecha. André es patriarcal, posesivo, vanidoso y celoso de las apariencias, las convenciones sociales y su prestigio personal. Fabrizio (De Sica), embajador italiano, conoce a Louise por azar. Es atento, afectuoso, educado y distinguido.
El film suma drama, romance y análisis social. Es una de las 4 obras maestras que el autor realiza en Francia, tras su regreso (1950) de EEUU. En ellas explora los entresijos, secretos, ilusiones y conflictos del amor. Combina con singular habilidad el dramatismo con la ligereza y con toques de ironía y humor. Abundan las digresiones iniciales que sirven para mantener al público a la expectativa de descubrir cuál es la línea argumental básica del film. La narración es liviana, ligera y elegante, sin perjuicio de exponer en profundidad los temas que preocupan al autor y quiere exponer.
Hace uso de una estética esencialmente clásica, que divide el relato en 4 actos, pensados para cumplir las 3 funciones canónicas de presentación, nudo y desenlace. La afición que profesa por el cuidado de los detalles, le impulsa a construir una visualidad rica en matices y elementos de adorno, que le confieren una apariencia de barroquismo de inspiración romántica, acorde con los gustos de la época (1900). Con todo, el armazón de la historia es conceptualmente clasicista y por ello equilibrado, armónico, sólido y dominado por la búsqueda de equivalencias entre el fondo y la forma.
Con la ayuda de elipsis encadenadas y el recurso al simbolismo de unas imágenes envolventes, construye una escena central de enorme fuerza y fuerte contundencia: el vals que descubre a los miembros de la pareja sus sentimientos íntimos, les facilita la comunicación silenciosa de los mismos y les sella su confirmación a través de la expresión corporal asociada a las vueltas del vals y a lo que sucede a su alrededor.
La acción dramática tiene lugar en Paris, con dos breves escenas en Constantinopla y Basilea, en el último año del XIX (1900). Louise de ... (Darrieux), casada con el barón André de ... (Boyer), general de artillería, se ve obligada a vender unos pendientes al joyero Remy (Debucourt) para liquidar unas deudas que la apremian. Los pendientes a lo largo de la cinta son objeto de compraventa, intercambio o donación como obsequio, al menos, en 9 ocasiones. Louise es desdichada, caprichosa, derrochadora, frívola, coqueta, de belleza estilizada, decidida e insatisfecha. André es patriarcal, posesivo, vanidoso y celoso de las apariencias, las convenciones sociales y su prestigio personal. Fabrizio (De Sica), embajador italiano, conoce a Louise por azar. Es atento, afectuoso, educado y distinguido.
El film suma drama, romance y análisis social. Es una de las 4 obras maestras que el autor realiza en Francia, tras su regreso (1950) de EEUU. En ellas explora los entresijos, secretos, ilusiones y conflictos del amor. Combina con singular habilidad el dramatismo con la ligereza y con toques de ironía y humor. Abundan las digresiones iniciales que sirven para mantener al público a la expectativa de descubrir cuál es la línea argumental básica del film. La narración es liviana, ligera y elegante, sin perjuicio de exponer en profundidad los temas que preocupan al autor y quiere exponer.
Hace uso de una estética esencialmente clásica, que divide el relato en 4 actos, pensados para cumplir las 3 funciones canónicas de presentación, nudo y desenlace. La afición que profesa por el cuidado de los detalles, le impulsa a construir una visualidad rica en matices y elementos de adorno, que le confieren una apariencia de barroquismo de inspiración romántica, acorde con los gustos de la época (1900). Con todo, el armazón de la historia es conceptualmente clasicista y por ello equilibrado, armónico, sólido y dominado por la búsqueda de equivalencias entre el fondo y la forma.
Con la ayuda de elipsis encadenadas y el recurso al simbolismo de unas imágenes envolventes, construye una escena central de enorme fuerza y fuerte contundencia: el vals que descubre a los miembros de la pareja sus sentimientos íntimos, les facilita la comunicación silenciosa de los mismos y les sella su confirmación a través de la expresión corporal asociada a las vueltas del vals y a lo que sucede a su alrededor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Compone un retrato de la sociedad finisecular expresivo, rico en detalles y convincente. Centrado en la alta sociedad, sitúa su análisis en una época que ejerce sobre el realizador una fascinación especial: el tránsito del XIX al XX. En estos años sitúa también la acción de “La ronda” (1950) y “Amoríos” (1932). La califica de hipócrita, superficial, frívola, decadente, anacrónica y abocada a la desaparición. Muestra las sedes principales en las que palpita el aliento agónico de la misma: el hogar roto, la joyería, el Teatro de la Ópera, el club social reservado a hombres, el cuartel, el salón de baile y la iglesia.
Los temas principales del relato se refieren al carácter efímero del placer, la fragilidad del amor, la asociación de pasión amorosa con sufrimiento y tragedia, el alto coste del amor en términos económicos y personales, la importancia del azar y el destino, etc. Por lo que respecta a símbolos, analogías y metáforas, cabe señalar que en el film la muerte es el espacio propio del amor eterno, las joyas son expresión de frivolidad y banalidad, el movimiento circular de la cámara y del baile evocan las vueltas que da la vida y la esencia transitoria de los valores mundanos; la elegancia habla con elocuencia del vacío social y la inanidad colectiva, etc.
Los toques de humor se presentan de modo contenido y sutil: la búsqueda de los pendientes durante la representación de la ópera, la sordera de los artilleros, el abandono del violinista, la carta rota en mil pedazos que, echados por la ventanilla del tren, se transforman en copos de nieve, etc. Son excelentes las interpretaciones de los tres protagonistas. La de Danielle Darrieux está considerada por algunos críticos como la mejor de su carrera. La forma del título sugiere el anonimato de Louise y de su marido.
La banda sonora, de Oskar Straus (“La ronda”, 1950) y Georges van Parys, envuelve la cinta en ritmos de valses y, en menor medida, de polcas, que unifican el relato. El vals del baile central es de Oskar Straus. La fotografía, de Christian Matras (“Lola Montes”, 1955), en B/N, es de tonos suaves y contrastes matizados. Destaca el uso de emotivos travellings, planos secuencia suntuosos y un diligente movimiento de cámara. La película constituye un espectáculo visual que halaga la vista y da gozo verlo.
Bibliografía
- Quim CASAS, “Madame de vista por ...”, ‘La vieja Europa y el cine moderno’, libreto DVD, Versus ed., 2009,
- Ángel QUINTANA, “Madame de vista por...”, ‘Las máscaras de la inexistencia’, libreto DVD, Versus ed., 2009.
- Alexander ZÁRATE, “Ophüls: escenarios de amor” ‘Dirigido por’, nº 393, octubre 2009.
- Adrián MARTÍN, “Madame de ...”, ‘1.001 películas que hay que ver antes de morir’, pág. 283, Grijalbo ed., Barcelona 2006 (quinta edición).
- Roger EBERT, “Madame de ...”, ‘Grandes películas 2’, pág. 223-226, Robinbook ed., Barcelona 2006.
Los temas principales del relato se refieren al carácter efímero del placer, la fragilidad del amor, la asociación de pasión amorosa con sufrimiento y tragedia, el alto coste del amor en términos económicos y personales, la importancia del azar y el destino, etc. Por lo que respecta a símbolos, analogías y metáforas, cabe señalar que en el film la muerte es el espacio propio del amor eterno, las joyas son expresión de frivolidad y banalidad, el movimiento circular de la cámara y del baile evocan las vueltas que da la vida y la esencia transitoria de los valores mundanos; la elegancia habla con elocuencia del vacío social y la inanidad colectiva, etc.
Los toques de humor se presentan de modo contenido y sutil: la búsqueda de los pendientes durante la representación de la ópera, la sordera de los artilleros, el abandono del violinista, la carta rota en mil pedazos que, echados por la ventanilla del tren, se transforman en copos de nieve, etc. Son excelentes las interpretaciones de los tres protagonistas. La de Danielle Darrieux está considerada por algunos críticos como la mejor de su carrera. La forma del título sugiere el anonimato de Louise y de su marido.
La banda sonora, de Oskar Straus (“La ronda”, 1950) y Georges van Parys, envuelve la cinta en ritmos de valses y, en menor medida, de polcas, que unifican el relato. El vals del baile central es de Oskar Straus. La fotografía, de Christian Matras (“Lola Montes”, 1955), en B/N, es de tonos suaves y contrastes matizados. Destaca el uso de emotivos travellings, planos secuencia suntuosos y un diligente movimiento de cámara. La película constituye un espectáculo visual que halaga la vista y da gozo verlo.
Bibliografía
- Quim CASAS, “Madame de vista por ...”, ‘La vieja Europa y el cine moderno’, libreto DVD, Versus ed., 2009,
- Ángel QUINTANA, “Madame de vista por...”, ‘Las máscaras de la inexistencia’, libreto DVD, Versus ed., 2009.
- Alexander ZÁRATE, “Ophüls: escenarios de amor” ‘Dirigido por’, nº 393, octubre 2009.
- Adrián MARTÍN, “Madame de ...”, ‘1.001 películas que hay que ver antes de morir’, pág. 283, Grijalbo ed., Barcelona 2006 (quinta edición).
- Roger EBERT, “Madame de ...”, ‘Grandes películas 2’, pág. 223-226, Robinbook ed., Barcelona 2006.