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España España · malaga
Voto de alvaro:
5
Thriller Danny, de clase trabajadora, se relaciona con una viuda adinerada y se muda con ella con el fin de poder redecorar su casa. Danny es un psicópata, y también se vincula con su hija y con la empleada doméstica... (FILMAFFINITY)
21 de febrero de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sombra de Psicosis es tan alargada que alcanza desde su original (1960) hasta su prescindible remake del 1998 contando, desde luego, con precedentes psicopáticos más que ilustres como son, por ejemplo, “Beware, my lovely” (1952) o “El cebo” (1958), pero el impacto fílmico y no menos taquillero del thriller hitckockiano suscitó un fenómeno fan en los primeros sesenta con imitaciones, aproximaciones o refritos en torno a la fascinante figura del psicópata. Entiéndase al psicópata cinematográfico, no necesariamente coincidente con el trastorno diagnosticado en los manuales psiquiátricos.

El personaje respondiente a alguien cercano, servicial, vulnerable y con cierto encanto juega con nuestros miedos íntimos. Nada de asesinos explícitos que salpican al espectador con la sangría de sus atrocidades, sino de buenos chicos cuya docilidad y solicitud les granjea la confianza del entorno. Gente normal entre gente normal hasta que la apariencia de cordero, sin efectos especiales, se transmuta en lobo. Y esa normalidad es precisamente lo que nos inquieta.

Esta transmutación casi siempre recurre a tan oscuros como casi nunca explicitados conflictos infantiles en torno a traumas de desamor edípico. Y la ambición de poseer carnal o vampíricamente sería la compensación de esa carencia.
Recordemos que dos ejemplos señeros del caso, con sirvientes posesivos, vendrán respectivamente en 1961 y 1963 con dos cumbres del género: “Suspense”, de Jack Clayton y “El sirviente” de Joseph Losey, ambas cercanas al entonces en boga Free Cinema, lo que significa que hasta los realizadores del realismo social se apuntaron al suspense. En esta tesitura, creo, podemos aproximarnos al visionado de “Night must fall” de karel Reisz.

Reisz, uno de los fundadores del Free cinema, venía de rodar un drama realista e inconformista sobre los airados jóvenes británicos, “Sábado noche, domingo por la mañana” (1961) con el debut de Albert Finney en un papel arrollador. El éxito del film no impidió a Reisz acomodarse a la moda de suspense con psicópata. Y “Night must fall” es la muestra.

Para tal menester Reisz recupera la versión de 1937 dirigida por Richard Thorpe -más fiel a su origen teatral- con una puesta al día doblemente innovadora:

En el plano narrativo rompe con la tradición del suspense sostenido al abrir la película con una escena brutal en la que deja clara la identidad del asesino. A partir de aquí la trama se sostiene no en el “quién” sino en el “cuándo”, lo que permite además el discurrir natural de otras intrigas con un fondo de resonancias de clase -cercano al Free cinema- sublimadas en la relación mórbida de dependencia-dominación del protagonista con las mujeres.

En el plano estilístico Reisz deja constancias de su adscripción al cine verité -y a sus orígenes documentales- que queda reflejada en la movilidad de la cámara, en algún momento, próxima a la filmación doméstica, combinada con la realización de corte clásico. Asimismo ventila la historia con exteriores que la alivian de su condicionamiento teatral.

Menos airoso resulta el capítulo de la interpretación con un Albert Finney sobreactuado en un empacho de mohines y rictus que rozan la estereotipia para un personaje que tuvo una interpretación más afortunada en Robert Montgomery en la versión que particularmente prefiero a esta del 64.
alvaro
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