Una película que desprende una inquietante ternura. Se desarrolla desde la descripción de un ex-combatiente amnésico y trastornado que convive al lado de una enamorada enfermera y su relación con una niña internada en un colegio de monjas. Entre ambos se produce una simbiosis afectiva que trascenderá la censurable moralidad de las gentes del entorno. Posee una realización precisa en los encuadres, gracias a una fotografía de clara nitidez en el contraste de luces y sombras, la niña co-protagonista destaca en su rol de cándida vivacidad y Hardy Kruger interpreta con solvencia el desequilibrio psíquico que su personaje necesita. En sus imágenes de paladea poética perturbación y una tensa emoción se va dilatando hacia el desenlace.