Ciertamente “Driven” es un fracaso de taquilla, sin embargo hacer una película en la que vemos como fondo el automovilismo no es cosa fácil. A parte de gastar muchos dólares, aquí Stallone apuesta por un argumento que se amolda a los personajes en los que el se siente a gusto. Vemos la cara de Sylvester cuando se enfrenta a su ex, y el bombardeo de palabras hirientes es solo comparado con lo que enfrentara en las pistas. Este hombre (Joe Tanto) es un adicto al sufrimiento, tanto como lo son los personajes de Stallone, y se crece al castigo para salir adelante y cumplir con su servicio. El personaje rudimentario de “Tanto” me recuerda a los personajes que hacia el rudo Gable allá por los cincuentas. Una burda comparación, pero recordemos que también Clark trato de complacer una dama dentro del marco del automovilismo en Indianápolis. La tecnología en 2001 es evidente y podemos gozar del color y del sonido de los veloces autos de carrera y de sus espectaculares choques, mientras el tozudo Sylvester lucha contra la adversidad de su alma, una alma que brilla, por que es una alma dorada en alta velocidad.