La propuesta es bien sencilla y clara, en el mientras tanto de Violeta, que es decidir si se va con su marido a Ibiza o no, se van entrelazando un conjunto de historias, en general bastante cotidianas, la mayoría relativamente dramáticas, con un realista casi costumbrista, aunque no llega a caer en el mismo, tiene alguna anécdota sórdida entre esas historias entrelazadas, pero nada que llegue a darle un tono muy oscuro o trágico, la película va al borde, pero no llega al precipicio.
Como película no llega a descollar, se deja ver, es entretenida a secas, bien interpretada, pero le falta un toque, tal vez un tono, un registro, un algo que la haga única, y no lo consigue, termina siendo una especie de versión descafeinada de alguna de las películas ochenteras de Almodóvar, pero sin tener su vigor, reconozco que Lerman no cae tampoco es el calco o referencias obvias y casi plagio de Manolo Caro, pero al hacer algo más personal pero usando digamos los mismos ingredientes, mezclada un poco de su formación que es obvio se dio con la generación de cineastas independientes argentinos que surgió en los 90, del llamado nuevo cine argentino, por lo que el resultado es una historia no rara en lo que cuenta, sino en parte en como elige contarla, en esa lucha entre lo lúdico y colorista, y el realismo sórdido.