Algo rutinaria cinta de aventuras, de aquellas que pululaban por el cine hollywodiense en sus años dorados.
Allan Dwan, su realizador, que comenzó en el cine mudo, dirige con el piloto de mano puesto, sin imaginación ni espectacularidad, dejando que la belleza de Virginia Mayo sea el plato fuerte (y muy elegante, ya que, no teniendo ropa adecuada para el lugar donde está, una humilde isla, casi a cada escena luce un modelito de nativa distinto)..
Esta actriz, que siempre me ha parecido simpatiquiísima y que cuando puedo veo sus filmes, lleva el peso de la historia, con un argumento no trillado pero sí un tanto apagado y lleno de tópicos, al menos en cuanto a asuntos como la bondad de los sencillos habitantes del lugar que, no obstante, si se les toca los cojones se ponen de mala baba ya que su hechicero siempre tiene malas pulgas y no le gusta nada el hombre blanco (con toda la razón del mundo).
Dos machotes comoo Dennis Morgan y David Farrar, este otra vez como malote, algo sosos pero esforzados, y poco más. Como está realizada en estudio pues no vemos bellos paisajes, que sería lo suyo.
En definitiva, que se ve, se pasa el ratillo, y se olvida.

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