Honesta adaptación de la novela de Guillermo Arriaga, que destila credibilidad por los cuatro costados, al resultar ni más ni menos que una radiografía de algunos de los males de una sociedad determinada, sita en un lugar concreto de un país determinado, en este caso México.
Se habla de la venganza local particular, sin tener en cuenta a la Ley, del honor, de la búsqueda de la verdad, de la corrupción comarcal...todo ello aderezado con un hecho criminal bien narrado pero quizás algo lento y parsimonioso, que deviene finalmente en irregular.
Pero no está nada mal y tiene interés, sobre todo por saber cómo finalizará, si ganará el intelecto, la reflexión, la dignidad, frente a la barbarie, al oscurantismo, al secretismo en aras a favorecer al culpable en detrimento de un inocente que molesta bastante.
Buenas interpretaciones a cargo de un jovencito Diego Luna y el veterano Héctor Alterio como el hombre encargado de la Ley, que sabe la verdad y no dice nada, pero espera en el fondo de su corazón que no triunfe la maldad.
En cuanto a la española Ana Álvarez, además de simplemente preciosa, decir que su acento es, para mi gusto, perfecto.
La película obtuvo los premios mejor director en el Festival de Cine de Cartagena 2000, y el Premio Gran Coral en el Festival de Cine de La Havana en 1999.

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