Mucho tardan un policía y un experto en armas antiguas en averiguar que es un piolet. A ver... Tiene punta, mango, parece una piqueta... Pero no es ningún paso atrás tanta parsimonia en esta película porque Franky es un policía al punto del retiro y no le van las prisas y su trabajo es lento pero seguro. Se va cuando el ordenador empieza a tener entrada en las oficinas, y el ordenador llega para quedarse. Los expedientes, esos legajos con fotos y más papeles, van fuera y con ellos el sargento Delaney.

Ese momento queda coherente en la trama, el poli viejo se marcha cuando aparecen diferentes técnicas de trabajo e intereses que rozan más con la política que otra cosa, con ellos llega el jefe nuevo para implantar esos cambios, es Anthony Zerbe con su ojo pipa y su mala leche, y por tanto los viejos policías y los viejos métodos ya sobran. Además, El primer pecado mortal no es un policíaco en toda su extensión, tiene mucho de drama, de pena por ver a una Faye Dunaway convaleciente (desagradecido papel) y la película se toma su tiempo para mostrar que su marido sufre por ello.

Ya hizo Frank Sinatra de policía y de detective privado (Tony Rome) que para el caso es lo mismo, y su apariencia es atractiva para representar ese personaje clásico, traje oscuro y sombrero; el típico policía de pasos seguros, de honrados principios morales pero que no se casa con nadie, y esta es una buena película para comprobarlo. No es una película de acción, ni de persecuciones automovilísticas, ni psicológica por mucho psicópata asesino que ande suelto.

El psicópata tiene dos delitos. El crimen que realiza y el que te cuente su vida.