George Raft tiene un físico peculiar. Podríamos decir que tiene una apariencia más para cine Serie B que para la serie A; pero no seré yo quien lo diga. El caso es que como Johnny Allegro o como Johnny Rock da la talla y la rubia clara, aunque en principio le besa para despistar, luego le besa completamente convencida.

No voy a discutir con George Raft ni voy a rajar de él. Es más, lo he visto desenvolverse con profesionalidad y ha estado a la altura del guion. La trama era compleja y habiendo una rubia clara por medio, se requería presencia suficiente para hacer todo esto en plan convincente.

Y sinceramente, la película convence. Al menos te enrolla durante su proyección. La acción y el argumento están presentados con una ambientación extraordinaria. La intriga será lo que sea pero los personajes malévolos tienen sus rasgos particulares, sus características. La isla se llena de asesinos y tíos raros y, la verdad, gustan. Me han parecido acertados sus diálogos y sus preocupaciones, sus ir y sus venir. Sus importantes negocios. Todo está bien.

En definitiva George Raft cumple. Será por las hombreras de su chaqueta que le cuadran la figura de puta madre, será por su semblante serio o por sus corbatas de seda, o porque parece primo de Allan Ladd, no sé, pero la sensación de haber visto algo entretenido y serio perdura cuando llega el The End.