John Wayne agarra el timón y ya no lo suelta. El timón es el de un barco a vapor, como los del Misisipi, solo que aquí están en el mar de China y tiene que huir de los destructores chinos que van a por ellos. El pobre barco mercante lleva a mucha gente china que escapa del nuevo régimen implantado por Mao a golpe de fusil, van muchos chinos, casi 200, con sus hijos, hijas e hijes y John Wayne quiere ayudarlos como sea; es algo que se le ha metido en la cabeza. El mensaje es claro y es raro que nadie haya salido a la palestra aún a poner la coletilla esa de que es una "película de propaganda" para denigrarla. Propaganda anti, anticomunista. No sé ni cómo se atreven a hacerla. Son unos valientes, o están locos, algo será. John Wayne de capitán, se las verá y se las deseará para escapar de los chinos exterminadores de seres humanos. Esa es la emoción que puede darnos la película; a unos mucha y a otros poca pero es un drama aventurero más que aceptable. A John Wayne le da mucha emoción porque va con Lauren Bacall y los proyectiles vuelan sobre sus cabezas. Pero estamos acostumbrados a eso y a muchas cosas más.