No es un Western de pistoleros, es un drama romántico de época, de la época de los caballeros y los duelos. Pero los caballeros, aunque lo pretendan, no lo son al corte europeo del Imperio Austro-Húngaro, de mayordomos de librea y bailes en palacios al son del vals nº 2 de Shostakovich, si no de caballeros pendencieros apostando en los barcos del Mississippi y con esclavos negros a lo que mande el señorito. Lo bueno es que este escenario es también de lo más llamativo para la acción de Gordon Douglas, y es que acción no puede faltar teniendo Judalon de Bornay (Virginia Mayo) tantos admiradores como tiene; y el que más lo es, es Jim Bowie (Alan Ladd).

Virginia Mayo podría pasar por princesa y como tal, exige, y hace bien. Jim Bowie es un comerciante maderero y tiene de caballero lo mismo que Curro Jiménez; gasta un cuchillo montero mezcla de acero toledano con hierro venido de un asteroide reserva años luz que ya lo querría el gitano. Un cuchillo tan grande como el mismo Alan Ladd. No decae el interés de la película aunque a veces lo parezca, y es que la novia de acero puede referirse a dos conceptos (aunque se refiere a uno sólo): al cuchillo o a la hermosa Judalon, y es que ella es ambiciosa, cortante y fría como el acero. Con estos conceptos y el dinámico Alan Ladd por medio, hay garantías para encontrarse con una buena película de intrigas y acción educada como a un caballero le corresponde.