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Voto de floïd blue:
7
3 de noviembre de 2016
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si tuviera que recomendar esta película igual no lo haría. Con sinceridad diría que es irregular en su desarrollo y con un argumento muy visto, aunque eso no significa nada. La fotografía es arcaica, difusa, o sea, la de entonces, que tampoco es para tanto.
Pero también podría decir que en el momento adecuado, con un voto de confianza, conectarías con ella, la verías sin moverte, atento, sumiéndote en su extraño ambiente.
Y es que cada uno tiene sus preferencias y no sólo es que sea de Samuel Fuller, es que está Richard Harris con su melenita por detrás de las orejas, vestido de enterrador con estrella de sheriff, es el sheriff Kilpatrick, persiguiendo a un grupo de malhechores. Y eso tiene su asunto.
En vez de tomar el cariz frio de la venganza, al modo justiciero, impávido en sus acciones, el sheriff se queja y muestra su dolor y su rabia. Y luego está Rod Taylor nada menos, dando vida a un odioso asesino, Frank Brand, que arroja sobre ti una maldad inapelable, sin asomo de duda, y en vez de mostrar su sadismo con risotadas o con satisfacción, su maldad es fría, mecánica.
El grupo se queda en 4 asesinos que son perseguidos por el sheriff. Podrían hacerlo frente, observemos que son 4 contra uno. Pero ellos siguen huyendo. ¿Por qué? No son especialmente cobardes. Lo que pasa es que han tocado techo en su larga trayectoria de crímenes: Han conseguido un buen botín en Santa Rosa y, sin saberlo, al tocar techo, la violencia les rebota y les cae encima y el sheriff es la representación de ese destino que siempre se teme y que siempre se elude en el pensamiento, por eso, porque se teme su llegada. La llegada de la hora de pagar lo que se debe.
En definitiva, sinceramente sí la aconsejaría.
Pero también podría decir que en el momento adecuado, con un voto de confianza, conectarías con ella, la verías sin moverte, atento, sumiéndote en su extraño ambiente.
Y es que cada uno tiene sus preferencias y no sólo es que sea de Samuel Fuller, es que está Richard Harris con su melenita por detrás de las orejas, vestido de enterrador con estrella de sheriff, es el sheriff Kilpatrick, persiguiendo a un grupo de malhechores. Y eso tiene su asunto.
En vez de tomar el cariz frio de la venganza, al modo justiciero, impávido en sus acciones, el sheriff se queja y muestra su dolor y su rabia. Y luego está Rod Taylor nada menos, dando vida a un odioso asesino, Frank Brand, que arroja sobre ti una maldad inapelable, sin asomo de duda, y en vez de mostrar su sadismo con risotadas o con satisfacción, su maldad es fría, mecánica.
El grupo se queda en 4 asesinos que son perseguidos por el sheriff. Podrían hacerlo frente, observemos que son 4 contra uno. Pero ellos siguen huyendo. ¿Por qué? No son especialmente cobardes. Lo que pasa es que han tocado techo en su larga trayectoria de crímenes: Han conseguido un buen botín en Santa Rosa y, sin saberlo, al tocar techo, la violencia les rebota y les cae encima y el sheriff es la representación de ese destino que siempre se teme y que siempre se elude en el pensamiento, por eso, porque se teme su llegada. La llegada de la hora de pagar lo que se debe.
En definitiva, sinceramente sí la aconsejaría.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Hay una escena que me conmueve de una forma bárbara. Conmueve pero de verdad. Cuando la pandilla de asesinos: el hombre raíl, el negro y el señor Brand, irrumpen en casa del matrimonio mayor y se sientan a descansar mientras conversan y beben.
El hombre raíl cuenta el pasado que marcó su niñez. Tengamos en cuenta que la niñez es el padre del hombre que luego va a ser.
-Cuando trabajaba con mi padre, me caí en la vía al paso del tren y mi padre me salvó aunque él murió arrastrado por el tren y yo perdí la mano; por eso llevo este trozo de raíl en su lugar.
-Pues cuando nuestro ganado cogió la glosopeda, ayudando a mi padre a enterrarlo me caí en el foso y mi padre rompió a reír. No tuve más remedio que coger el rifle y matarlo. Por eso cuando me preguntan de qué murió mi padre, digo que de GLOSOPEDA.
Y ríen, pero el negro no ríe, está a lo suyo. Entonces lo mira el jefe Brand con tal saña que no das un céntimo por la vida del negro. Ahí, Rod Taylor, demuestra con su expresión el auténtico carácter de la violencia.
-¿Y a ti no te hace gracia?
El negro se da cuenta y, después de una pausa, comenta:
-En mi caso, Señor Brand, yo nunca supe quién fue mi padre.
Terrible. Conversaciones ancestrales.
El hombre raíl cuenta el pasado que marcó su niñez. Tengamos en cuenta que la niñez es el padre del hombre que luego va a ser.
-Cuando trabajaba con mi padre, me caí en la vía al paso del tren y mi padre me salvó aunque él murió arrastrado por el tren y yo perdí la mano; por eso llevo este trozo de raíl en su lugar.
-Pues cuando nuestro ganado cogió la glosopeda, ayudando a mi padre a enterrarlo me caí en el foso y mi padre rompió a reír. No tuve más remedio que coger el rifle y matarlo. Por eso cuando me preguntan de qué murió mi padre, digo que de GLOSOPEDA.
Y ríen, pero el negro no ríe, está a lo suyo. Entonces lo mira el jefe Brand con tal saña que no das un céntimo por la vida del negro. Ahí, Rod Taylor, demuestra con su expresión el auténtico carácter de la violencia.
-¿Y a ti no te hace gracia?
El negro se da cuenta y, después de una pausa, comenta:
-En mi caso, Señor Brand, yo nunca supe quién fue mi padre.
Terrible. Conversaciones ancestrales.