Es una pena que una serie retro que pinta tan bien como la que nos ocupa, sea tan difícil de conseguir, o casi imposible. Ya no se hacen series así, primero porque ese mundo de dos bloques ha desaparecido, la sociedad ha cambiado del todo y las aventuras de hoy están ligadas a una violencia exacerbada y explícita, que no por ello más dura; además de un muestrario de unas armas sofisticadas y peleas entre expertos luchadores que son más coreografías que otra cosa; a Rod Taylor con bailes no. También cuenta las relaciones sociales y muchas cosas que los tiempos cambian, y estas series son el referente de ello, lo que las hace tener un cierto encanto.

Ahora las series son calcadas y las temáticas no sólo se repiten si no que la acción son iguales en unas y en otras cambiando sólo a los protagonistas y la presentación. En esta serie Hong Kong aparte de disfrutar del buen hacer de Rod Taylor en sus tiempos felices, pues fue aquí prácticamente su lanzamiento, cuenta con una ambientación fantástica en un mundo ya extinto, el de la colonia británica de Hong Kong, que fue colonia hasta el año 2000 que pasó ya a poder de China, con dos sociedades tan diferenciadas como la oriental y la británica. Se presenta la colonia como un punto de libertad en una macro área comunista donde aparecerán exiliados, contrabandistas, espías, revolucionarios y simples delincuentes. Gleen Evans (Rod Taylor) es un reportero americano en busca de noticias siempre calientes que cuenta con la amistad del dueño de un bar que le pone al tanto de los chismes, y del jefe de la policía ya que tienen intereses comunes: mantener el orden el uno, e informar de ello el otro.

La acción es la de entonces, muy buena, y el periodista lleva el protagonismo; por supuesto, cuenta con su facilidad para entablar contacto con las mujeres y meterse de lleno en problemas. La serie no se conforma con un minuto de acción y el resto palabrería, sino que los episodios tienen un aire Noir atrayente; aventura exótica con la simpatía de Rod Taylor, y una intriga bien contada. A veces lo sencillo y tradicional es lo mejor.