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Voto de Antonio Morales:
7
Comedia. Romance En 1911, embajadores de toda Europa acuden a Londres para asistir a la coronación de George V y la reina María. Uno de estos enviados pertenece a la embajada del reino de Carpatia y no es otro que el propio regente del país, el Gran Duque Carlos. En su primera noche en la capital británica, el Gran Duque decide visitar el Coconut, un cabaret en el que actúa como corista la señorita Marina. (FILMAFFINITY)
8 de julio de 2013
21 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Marilyn Monroe sorprendió a todo el mundo acometiendo su primer proyecto como productora junto al actor más distinguido del Reino Unido: Laurence Olivier. Pusieron en pie una versión cinematográfica de la comedia teatral romántica del célebre Terence Rattigan “The Sleeping Prince”, ambos en los papeles protagonistas, y Olivier desdoblándose como director. Marilyn tuvo algunos problemas con el rodaje, debido a una cierta inseguridad, influenciada negativamente por el método de la escuela de Lee Strasberg, que había hecho famosos a M. Brando y P. Newman, quizás abrumada a causa del tremendo respeto que sentía por la personalidad de Olivier, el director llegó a perder la paciencia en alguna ocasión.

Marilyn atravesaba su mejor momento a nivel profesional, con éxitos como “Bus Stop” de Josua Logan, “Los caballeros las prefieren rubias” de Howard Hawks y “La tentación vive arriba” de Billy Wilder. En cuanto al tema personal, justamente se acababa de casar con el dramaturgo Arthur Miller, que le acompañaba durante el rodaje en los estudios británicos de Pinewood. Evidentemente aún no habían llegado los verdaderos problemas personales de la actriz y eso se nota en la película.

Marilyn luce esplendorosa todo su glamour en esta deliciosa comedia, hasta el punto de llegar a solapar el arte escénico de Sir Laurence. La película que tiene una fascinante fotografía de Jack Cardiff, que supo extraer todo lo mejor de la diva a nivel estético, nos transporta a un Londres de principio de siglo en una residencia diplomática de un regente en un país imaginario que va a asistir a una coronación real en la capital, en mi opinión algo ridículo, pero eso es lo de menos. Nuestra corista americana que ha conocido al regente al terminar la función, es invitada de forma epistolar, como manda la pompa y el boato, a cenar en la embajada, y es donde seducirá con su encanto, no sólo al mandatario.

No cabe duda que el director creó esta película a la medida de Marilyn convirtiéndola en una tentación y luciendo un traje de ensueño, a pesar de que Vivian Leigh, la representó antes en el teatro londinense junto a su marido Laurence Olivier, pero es claro que la Monroe destilaba erotismo por todos sus poros, siendo capaz de seducir al más frío y distante de los mortales, como este anacrónico mandatario. Inolvidable película que no tuvo el éxito que merecía, el grueso de la crítica la aplaudió, pero el público no llenó las salas.
Antonio Morales
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